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miércoles, 30 de diciembre de 2009

5 AÑOS Y NO NOS CANSAMOS DE LLORAR POR MILAGROS

miércoles, 9 de diciembre de 2009

sábado, 7 de noviembre de 2009

Historia Social General: Teorico 21"La violencia nazi"

La guillotina y la muerte en serie.
Detrás del espectáculo y de la fiesta de la masacre, la guillotina oculta el inicio de un giro histórico por el cual la revolución industrial entra en el campo de la pena capital. La ejecución mecanizada, serializada, dejará pronto de ser un espectáculo, una ceremonia del sufrimiento, para convertirse en un procedimiento técnico del asesinato en cadena, impersonal, eficaz, silencioso y rápido. El resultado final será la deshumanización de la muerte. Los hombres, desplazados del género humano, fueron exterminados como animales a partir de entonces.
La historia de la guillotina refleja de modo paradigmático la dialéctica de la razón. Al final de un largo debate de la sociedad en el cual el cuerpo médico había tenido un papel destacado, la guillotina llega para coronar la lucha de los filósofos contra la inhumanidad de la tortura. Durante siglos, las monarquías y la iglesia habían desplegado sus esfuerzos para hacer más sofisticados los aparatos de tortura y aumentar así los sufrimientos de los torturados. Dado que la guillotina lograba condensar la ejecución en un instante y eliminar casi por completo el sufrimiento, se la aceptó como un progreso de la humanidad y la razón.
La guillotina revela el abismo de una muerte sin aura. Es el fin de la muerte espectáculo, de la actuación realizada por el artista-verdugo, de la representación única y sagrada del terror; del inicio de la era de las masacres modernas, en las que la ejecución indirecta, cumplida técnicamente, elimina el horror de la violencia visible y abre camino a la multiplicación infinita. Las cámaras de gas son la aplicación de este principio en la época del capitalismo industrial. Con la deshumanización técnica de la muerte, los crímenes más inhumanos serán crímenes “sin hombres”.

La prisión y la disciplina de los cuerpos.
Muchos historiadores analizaron el proceso por el que, a lo largo del s. XIX surge la institución carcelaria como lugar cerrado, laboratorio de una “técnica de coerción de los individuos”. Durante la primera mitad del s. XIX, Gran Bretaña se dotó de una amplia red de “casas de trabajo” en las que se internó a centenares de miles de personas. Las fábricas, alrededor de las cuales se levantaron ciudades nuevas, conocieron un desarrollo impresionante. Cárceles, cuarteles, fábricas, todos estos lugares estaban regidos por el mismo principio de encierro, la disciplina del tiempo y de los cuerpos, la división racional y la mecanización del trabajo, la jerarquía social, la sumisión de los cuerpos por las máquinas. Ninguna de estas instituciones sociales muestra las huellas de la degradación del trabajo y del cuerpo inherente al capitalismo.
Marx y Engels vincularon la disciplina de la fábrica capitalista con la del ejército y la del obrero con la del soldado. Al principio del capitalismo “masas de obreros se amontonan en las fábricas donde se los organiza como si fueran soldados; simples soldados de la industria ubicados bajo la supervisión de suboficiales y oficiales”. El proyecto panóptico de Bentham aparece como el signo que anunciaba un nuevo sistema de control social y de disciplina de los cuerpos, concebido como un modelo de transparencia represiva válido para el conjunto de la sociedad. Este sistema era útil tanto para las fábricas y escuelas. El dispositivo panóptico pretendía ser, al mismo tiempo, lugar de producción y lugar de disciplina de los cuerpos y las mentes para someterlos a los nuevos dioses mecánicos de la economía capitalista.
Este nuevo tipo de cárcel debía desarrollarse durante la primera fase del capitalismo industrial, cuando las clases trabajadoras se volvieran “clases peligrosas” y los establecimientos penitenciarios comenzaron a llenarse con una población heterogénea, compuesta de figuras sociales refractarias a los nuevos modelos disciplinarios. Por un lado, la resistencia al sistema fabril y la dislocación de las comunidades rurales habían producido un notable aumento de la marginalidad social, la “criminalidad” y, por ende, la población carcelaria; por el otro, el advenimiento de las máquinas habían hecho caer abruptamente la rentabilidad de los trabajos forzados.
Las cárceles conservaban la racionalidad autoritaria de la fábrica y del cuartel, pero modificando su función; el trabajo carcelario no se concebía más como fuente de beneficio sino como castigo y como método de tortura. Los detenidos estaban obligados a desplazar enormes piedras sin otro fin que regresarlas al punto de partida, o a accionar, durante largas jornadas, bombas que no hacían otra cosa que volver el agua a la fuente de origen. El reformador Pearson había elaborado un programa que apuntaba a desviar a las clases populares del crimen por medio del terror:
“Para domar a los animales más salvajes, los privamos de sueño; no hay criminal que no exprese repugnancia hacia la monotonía de una vida que lo obliga a dormir poco y al respeto de un horario establecido. Propongo que descanse en una cama dura, que se lo alimente con raciones mínimas de pan negro y agua, debiera llevar ropas de prisionero, gruesas y de colores desagradables…”

La consecuencia de la difusión de estas prácticas represivas fue un considerable aumento de la tasa de mortalidad en las cárceles, evidente en los registros de todos los países europeos. Las cárceles de principios del s. XIX, en las que el trabajo, a menudo sin finalidad productiva, se concebía exclusivamente con un objetivo de persecución y humillación, constituyen los antecedentes históricos del moderno sistema concentracionario. El elemento común entre estas cárceles y los campos de concentración nazi es la “violencia inútil”, control de equipo militar, castigos, ausencia total de libertad, uniforme, marca en los cuerpos, condiciones de vida inhumanas y humillación”. Existe una diferencia sustancial entre sus finalidades: el disciplinamiento en un caso, el aniquilamiento en el otro.

Digresión sobre el sistema concentracionario nazi.
Alemania se trasformó progresivamente en un sistema esclavista moderno que inyectó masivamente la fuerza de trabajo extranjera en la economía de la guerra. Las “fuerzas del trabajo” formaban un ejército variado, formado por civiles de los países ocupados, prisioneros de guerra y deportados. En abril de 1942, el nazismo decidió colocar el sistema de los campos de concentración con la tarea de hacer productivo el trabajo que hasta entonces sólo había sido punitivo y para disciplinar a los detenidos. En el interior de los campos de concentración, las SS empleaban las fuerza del trabajo y, de este modo, disponían de una numerosa mano de obra utilizable a discreción sumamente barata. Muchas grandes empresas instalaron sus talleres de producción en los campos y éstos se multiplicaron como hongos alrededor de las zonas industriales. En 1944 aproximadamente la mitad de los deportados de los campos de concentración trabajaba para la industria privada.
Los prisioneros de guerra y los deportados políticos y raciales estaban sometidos a condiciones de esclavitud moderna, lo que se podría llamar “taylorismo”. Según el paradigma taylorista la fuerza de trabajo estaba segmentada y jerarquizada en base a las diferentes funciones del proceso de producción y, como en la esclavitud, la alienación de los trabajadores era total. A diferencia de la esclavitud clásica, los deportados no constituían una mano de obra destinada a reproducirse, sino a consumirse hasta su agotamiento, en el marco de un auténtico exterminio a través del trabajo.
Toda existencia de los campos de concentración nazis estuvo marcada por una tensión constante entre trabajo y exterminio. Estos campos, que habían surgido como lugares punitivos y que luego, durante la guerra, fueron convertidos en centros de producción, se transformaron de facto en centros de exterminio por el trabajo. Esta contradicción, vinculada con el sistema policrático del poder nazi, se traducía, por un lado, en la racionalización totalitaria de la economía impulsada por Speer y, por el otro, en el orden racial establecido por Himmler.

La fábrica y la división del trabajo.
La guillotina marca el primer paso hacia la serialización de las prácticas de matar; Auschwitz constituye su epílogo industrial en el período fondista del capitalismo. La transición fue larga y tiene varias etapas intermedias. La más importante, durante la segunda mitad del s. XIX, fue sin duda la racionalización de los mataderos. Su desplazamiento hacia los suburbios se sumaba a la idea de la concentración y de la drástica reducción de su número. Este desplazamiento de los mataderos hacia fuera de los centros urbanos coincidía con su racionalización; comenzaban a funcionar como verdaderas fábricas. Allí se exterminaba a los animales en serie, según procedimientos estrictamente racionalizados. La matanza industrial trataba de ser masiva y anónima, técnica y, en la medida de lo posible, indolora, invisible e idealmente inexistente. En los campos de concentración nazis eran como mataderos en los que se mataban hombres desplazados del género humano como si fueran animales: un matadero para seres humanos.
Los campos de concentración funcionaban como fábricas de la muerte, lejos de la vista de la población civil; en ellos la producción y la eliminación industrial de cadáveres reemplazaban la producción de mercancías. Según los principios tayloristas, el sistema de matar se dividía en varias etapas: concentración, deportación, expoliación de los bienes de las víctimas, recuperación de ciertas partes del cuerpo, gaseado e incineración de los cadáveres; todo con el fin de aumentar el rendimiento.
Auschwitz presenta entonces afinidades esenciales con la fábrica, como lo indican de modo evidente su arquitectura, con sus chimeneas y sus barracas alineadas en columnas simétricas y su localización en medio de una zona industrial y de una importante red ferroviaria.
Como en una fábrica taylorista, la distribución de las tareas completaba la racionalización del tiempo. Un equipo disponía de algunos minutos para incinerar los cadáveres mientras que otro miembro controlaba que se respetara la cadencia.
Si bien la lógica de los campos de exterminio no era evidentemente la misma que la de una empresa capitalista, su funcionamiento adoptó la estructura y los métodos de la fábrica. En los campos de la muerte se operaba la “transformación de los hombres en materia prima”. La masacre industrial no se desarrollaba como una matanza de seres humanos en el sentido tradicional del término sino como una “producción de cadáveres”. Si bien una de las condiciones históricas del capitalismo moderno es la separación del trabajador de los medios de producción, el taylorismo introdujo una nueva etapa que consistió en disociar al obrero del control del proceso de trabajo; abrió de este modo el camino a la producción en serie del sistema fondista. El ideal de Taylor era un obrero descerebrado, privado de toda autonomía intelectual y apenas capaz de cumplir mecánicamente operaciones estandarizadas; según sus propias palabras, un “gorila amaestrado”.

La administración racional.
Como toda empresa, la fábrica productora de muerte contaba con una administración racional fundada en los principios del cálculo, especialización, segmentación de las tareas en una serie de operaciones parciales, aparentemente independientes pero coordinadas. Los agentes de este aparato burocrático no controlaban el proceso en su conjunto y cuando conocían su finalidad se justificaban diciendo que ellos no tenían responsabilidad alguna, que ejecutaban órdenes o que su función era limitada y parcial y que nada tenía que ver con lo criminal.
Weber consideró esta diferencia moral como un rasgo constitutivo de la moderna burocracia especializada y, por consiguiente, irremplazable pero separada de sus medios de trabajo y ajena a la finalidad de su acción.
La burocracia tuvo un papel irremplazable en el genocidio de los judíos en Europa. El proceso de exterminio halló en la burocracia su principal órgano de transmisión y ejecución. La burocracia organizó la aplicación de las leyes de Nuremberg, el censo de los judíos, las expropiaciones a los judíos en el marco de las medidas de “arianización” de la economía, las operaciones de guetización y luego de deportación, la gestión de los campos de concentración y de los centros de matanza.
Así, la burocracia fue el instrumento de la violencia nazi y este instrumento era un producto auténtico de lo que debe ser llamado el proceso de civilización: la sociogénesis del Estado, la racionalización administrativa, el monopolio estatal de los medios de dominación y de la violencia y el autocontrol de las pulsiones.

Historia Social General: Teorico 20 "El abismo económico"

¿Cómo funciona la economía capitalista (teoría de los ciclos) y qué previsibilidad había a partir de ello?
Es una teoría que dice que el capitalismo es cíclico respecto a sus períodos de crecimiento y estancamiento, esto quiere decir que tiene avances y retrocesos que se van repitiendo periódicamente con una determinada lógica que, por tanto, son predecibles. Los economistas teorizaron que hay ciclos largos y cortos, los primeros pueden durar décadas mientras que, a la vez, se producen pequeñas fluctuaciones de menor longitud.
Antes del comienzo de la Gran Depresión, varios economistas previeron que un colapso en los mercados era inminente. De todas maneras, años antes de la crisis la economía capitalista tenía una época de calma, donde el mercado tenía un constante crecimiento que hacía poco probable el pensamiento sobre una crisis a corto plazo.

¿Cuál era la imagen que Europa tenía de si misma y del sistema capitalista al finalizar la 1ra guerra? ¿Correspondía esta imagen con la realidad?
Después de la 1ra guerra mundial se pensó reconstruir la economía capitalista nuevamente pero con las ideas predominantes del siglo XIX. Ésta se basaba en el librecambio, donde la economía se autorregulaba y los diferentes Estados no intervenían en los mercados; también esa economía correspondía al mercado con las colonias (pero luego de la guerra, la mayoría de las colonias se independizaron, sin ir más lejos, Inglaterra dejó de ser un imperio al perder en ese momento casi todas sus colonias) y utilizando el oro como moneda patrón. Claro que luego del conflicto la situación mundial se modificó sustancialmente.

¿Cuáles fueron las causas del mal funcionamiento de la economía capitalista y cómo repercutió en el status quo?
El primer aspecto que podemos mencionar es la teoría económica que establecía la manera de operar de la economía capitalista. A partir de la crisis del ’30 se rompe la idea que había inaugurado Adam Smith donde la economía se manejaba sola y que, citando al economista, era “movida por una mano invisible”. Este era un mercado donde los Estados no debían intervenir en absoluto.
Estas ideas fueron rechazadas por los pensadores marxistas que abogaban por la intervención del estado en los asuntos comerciales. Claro que esta opinión no era tomada en cuenta hasta la crisis del ‘30, donde se demostró que tenían razón.
El otro punto a resaltar es la relación entre la oferta y la demanda. No había una demanda que creciera acorde a la oferta de la época, se produjo una sobreproducción de mercancías lo que provocó el colapso.

¿Cuáles fueron las consecuencias de la crisis económica del ‘30?
Se pueden nombrar varias consecuencias puntuales:
* Desocupación de los obreros: Para los hombres y mujeres que trabajaban a cambio de un salario, la consecuencia principal de la Gran Depresión fue el desempleo en una escala inimaginada y sin precedentes, y por mucho más tiempo del que nadie pudiera haber visto.
* El abandono del patrón oro: Este sistema fija el valor de una moneda de un país definido como una cantidad fija de oro.
* Implemento de medidas proteccionistas por el estado: Los países empiezan a intervenir en las economías abandonando la teoría económica del libre-cambio a través de distintas organizaciones para eso creadas. A su vez, empiezan a restringir cada vez más los volúmenes de las importaciones.
* Implemento de políticas sociales: Se refiere al “estado de bienestar” que es cuando el Estado asegura la protección social, entendida ésta como los derechos a la sanidad, vivienda, educación, servicios sociales, pensiones de jubilación y la protección del empleo o el empleado. Más exactamente se crearon “seguros de desempleo”.
* Canalizaciones políticas de la crisis por extrema izquierda y extrema derecha: En todos los continentes, diversos países se inclinaron a partidos socialistas pero el gran protagonista de la década entre guerras (y durante la 2da guerra mundial también) es el incremento de la extrema derecha, sin ir más lejos el fascismo en Italia o la Alemania Nazi (con el Nacional Socialismo) de la mano de Hitler. De todas formas, en varios países como EE. UU, las políticas sociales tienen la intención de contener el descontento social y, por ende, detener cualquier posible estallido revolucionario.
La búsqueda de pleno empleo ha sido un objetivo central de las políticas macroeconómicas keynesianas, que consideran que el Estado debe intervenir activamente para procurarlo ante las supuestas fallas del mercado, especialmente ante la falta de inversión.

Historia Social General: Teorico 18"La revolucion rusa, de Lenin a Stalin"

Octubre de 1917
La revolución rusa de 1917 constituye un punto decisivo en la historia. Representó el primer desafío abierto al sistema capitalista, que había alcanzado su cúspide en Europa a finales del S. XIX. La guerra había inflingido un golpe mortal al orden capitalista internacional tal y como éste había existido antes de 1914, y había revelado su inestabilidad intrínseca.
La imponente fachada de la autocracia zarista encubría una economía rural estancada, que había hecho pocos avances sustanciales desde la emancipación de los siervos, y un campesinado hambriento e inquieto. A partir de 1890, la industrialización comenzó a irrumpir de forma importante en la primitiva economía rusa; y el desarrollo de una clase industrial y financiera de influencia y riqueza crecientes, fuertemente dependiente del capital extranjero, potenció la infiltración de algunas ideas liberales occidentales, que encontraron su más completa expresión en el partido Cadete. Pero este proceso se vio acompañado por el crecimiento de un proletariado de obreros fabriles y por los primeros síntomas de conflictividad proletaria.
La primera revolución rusa de 1905 tuvo un carácter mixto. Fue una revuelta de los liberales y constitucionalistas burgueses contra la autocracia arbitraria y anticuada. Fue una revuelta obrera, desatada por la atrocidad del “domingo sangriento”, y que condujo la elección del primer soviet de diputados obreros en Petersburgo. Fue una extensa revuelta campesina, espontánea y carente de coordinación. Los mismos factores inspiraron la revolución de febrero de 1917, pero esta vez reforzados y dominados por el cansancio de la guerra y por el descontento general respecto a la forma en que ésta era dirigida. La abdicación del zar era lo único que podía detener la marea de revueltas. La autocracia fue reemplazada por un Gobierno provisional basado en la autoridad de la Duma. Al lado del gobierno provisional se reconstituyó el soviet de Petrogrado según el modelo de 1905.
El soviet era en cierto sentido un rival del gobierno provisional establecido por los partidos constitucionales de la antigua Duma; la expresión “doble poder” fue acuñada para describir esta ambigua situación. El esquema histórico de Marx postulaba dos revoluciones distintas y sucesivas, la burguesa y la socialista. Los miembros del soviet se contentaban con reconocer en los acontecimientos de febrero la revolución burguesa rusa que establecería un régimen democrático-burgués según el modelo occidental, y posponían la revolución socialista a una fecha indeterminada.
La dramática llegada de Lenin a Petrogrado a comienzos de abril hizo añicos este precario compromiso. El movimiento popular estaba inspirado por una ola de inmenso entusiasmo y por visiones utópicas de la emancipación de la humanidad de las cadenas de un poder remoto y despótico, y que no estaba interesado en los principios occidentales de la democracia parlamentaria y constitucional proclamados por el gobierno provisional. Por toda Rusia se extendieron los soviets locales de obreros y campesinos. Los comités obreros de fábrica se atribuyeron el ejercicio exclusivo de la autoridad en su campo. Los campesinos se apoderaron de la tierra y la repartieron entre ellos. En el frente, los ejércitos abandonaron las duras imposiciones de la disciplina militar y lentamente comenzaron a desintegrarse.
El gobierno provisional y los soviets no eran aliados, sino antagonistas que representaban a clases diferentes. El objetivo a la vista no era una república parlamentaria, sino una “república de los soviets de diputados obreros y campesinos”. Como primer paso los soviets se harían cargo del control de la producción social y la distribución. Mientras el prestigio y la autoridad del gobierno provisional se desvanecían, la influencia de los bolcheviques en las fábricas y en el ejército crecía rápidamente; y en julio el gobierno provisional decidió proceder contra ellos bajo la acusación de que realizaban propaganda subversiva en el ejército y actuaban como agentes alemanes. Varios dirigentes fueron detenidos y Lenin huyó a Finlandia.
Fue durante la retirada forzosa de la escena de la acción cuando Lenin escribió uno de sus más famosos escritos: “El estado y la revolución”. Este no sólo había predicado la destrucción de Estado burgués por la revolución proletaria, sino que había previsto el progresivo debilitamiento y la extinción final del estado. El estado ha sido siempre un instrumento de dominación y opresión de clase. La sociedad comunista sin clases y la existencia del estado son incompatibles.
En septiembre, tras el abortado intento de toma del poder del general Kornilov, los bolcheviques obtuvieron la mayoría en los soviets. Lenin regresó en octubre a Rusia y organizó la inmediata toma del poder. El 25 de octubre la guardia roja tomó posiciones estratégicas en la ciudad y avanzó sobre el palacio de invierno. Fue un golpe sin sangre. El gobierno provisional se vino abajo sin resistencia.
La fecha del golpe había sido fijada para coincidir con el 2do congreso de los soviets. Los bolcheviques tuvieron la mayoría y asumieron la dirección del acto. El congreso disolvió el gobierno provisional, pasó la autoridad a los soviets y proclamó varios decretos, entre ellos:
*El comienzo de las negociaciones en pro de una paz justa y democrática.
*La propiedad de los terratenientes era abolida sin compensación. La propiedad de la tierra quedaba abolida a perpetuidad.
La primera consecuencia de la revolución que afectó al mundo occidental fue la retirada de la guerra y la deserción del campo aliado en el desesperado clímax de su lucha con Alemania. Cuando esa traición vino seguida por medidas como el repudio de las deudas de anteriores gobiernos rusos y la expropiación de los terratenientes y propietarios de fábricas, y cuando la revolución se presentó a sí misma como primera etapa de una revolución destinada a extenderse por Europa y por el mundo, se reveló como un ataque fundamental al conjunto de la sociedad capitalista occidental.

Los dos mundos.
El primer acto constitucional que dio una denominación territorial al Gobierno obrero y Campesino fue la Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, aprobada en enero de 1918. Se proclamaba en ella que Rusia era una República de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos, a lo cual se añadía que “la república soviética rusa se funda sobre la base de la libre unión de naciones libres, como federación de repúblicas nacionales soviéticas”. La forma de las palabras preservaba las intenciones internacionales del régimen revolucionario. La revolución era esencialmente internacional; implicaba la sustitución de la guerra entre potencias rivales por la guerra de clases. Pero la promoción de la revolución mundial era también una primera necesidad para el régimen soviético en lucha. Era la única arma de la que disponían los bolcheviques frente a las potencias imperialistas en orden de batalla; y sin una revolución, al menos en los principales países beligerantes, el régimen difícilmente podía esperar sobrevivir. No se podía hacer ninguna distinción entre los dos campos beligerantes; ambos eran igualmente abanderados del orden capitalista que la revolución trataba de destruir.
Uno de los primeros actos del nuevo gobierno fue concluir un armisticio con el gobierno imperial alemán y pedir paz. Dicha paz se logró a costas de abandonar Ucrania y otras zonas extensas del antiguo territorio ruso.
Las lecciones de la impotencia militar fueron aprendidas por los dirigentes bolcheviques. En 1918 nació el ejército rojo. Pero en principio era un ejército sin entrenamiento. Trotsky (comisario del pueblo para la guerra) respondió a esta situación reclutando soldados profesionales del antiguo ejército zarista. Esta medida ofreció excelentes resultados.
De todas maneras no puso fin a varios peligros que acechaban al régimen, ahora desplazado desde Petrogrado a Moscú. En diferentes partes del país comenzaron a reunirse fuerzas militares hostiles de rusos “blancos”. El ejército alemán continuaba ocupando Ucrania. Los gobiernos occidentales de Francia, Norteamérica e Inglaterra ocuparon territorio al norte del país. En abril de 1918 el gobierno japonés desembarcó tropas en territorio ruso seguida por destacamentos ingleses y norteamericanos.
El colapso de Alemania, y el armisticio del 11 de noviembre de 1918, dieron un nuevo giro a la situación. La incipiente situación revolucionaria en Berlín durante los dos meses que siguieron al armisticio, el éxito de los golpes revolucionarios en Baviera y Hungría, unos meses más tardes, así como los disturbios en Inglaterra, Francia e Italia, condujeron a los dirigentes bolcheviques a la creencia de que la tan esperada revolución europea estaba madurando. Pero estos acontecimientos intensificaron el temor y el odio de los gobiernos occidentales ante el régimen revolucionario. Así, se amplió el apoyo a los ejércitos rivales a los bolcheviques en Rusia pero con complicaciones ya que los ejércitos cansados por la guerra estaban reacios a continuar la lucha.
Este retroceso no modificó en nada las intenciones hostiles de los aliados occidentales, que trataron de compensar la retirada de las tropas mediante un aumento en el envío de misiones militares, y mediante el apoyo verbal a los diversos “gobiernos” rusos en principios enfrentados a los bolcheviques.
La guerra civil solidificó el estereotipo de dos mundos enfrentados en una contradicción irreconciliable: el mundo capitalista y el mundo de la revolución dedicado a su derrocamiento. Tras el colapso de la potencia alemana en 1918, la Europa central se convirtió por poco tiempo en el objetivo que ambos mundos se disputaban.
A comienzos de marzo de 1919 se reunieron en Moscú más de 50 comunistas y simpatizantes, de los cuales 35 representaban a partidos y grupos comunistas o próximos a ellos de 19 países; muchos de éstos eran pequeños países que habían formado parte del imperio ruso y a los que ahora se reconocía como repúblicas soviéticas. El congreso, auto-constituyéndose en primer congreso de la Internacional Comunista, votó un manifiesto en el que se trataba el declinar del capitalismo y el avance del comunismo desde el Manifiesto Comunista; una tesis preparadas por Lenin en las que se denunciaba la democracia burguesa, se proclamaba la dictadura del proletariado y se ridiculizaban los intentos de revivir la desacreditada II internacional; y, finalmente, una típica llamada a los trabajadores del mundo a presionar sobre sus gobiernos para poner fin a la intervención militar en Rusia y reconocer al régimen soviético.
El resto de 1919 fue un período de guerra civil, intervención de los aliados y aislamiento soviético. Un breve respiro se produjo tras el colapso de los ejércitos blancos.
En el resto de Europa, si bien los trabajadores seguían mostrando simpatía y entusiasmo hacia la revolución rusa, no mostraban prisas por izar la bandera de la revolución en sus propios países.
El campesinado ruso que había suministrado el material humano del ejército rojo, si bien había defendido tenazmente la causa revolucionaria en su patria, no estaba dispuesto a pelear para llevar la revolución a otros países. El campesino no soportaría penalidades prolongadas en nombre de una revolución internacional. Las visiones de una revolución internacional habían venido fomentadas por la traumática experiencia de la guerra civil. Superada ésta, el objetivo de una revolución internacional fue relegado a un fututo más distante. La seguridad y la estabilidad eran las supremas necesidades del momento. En este estado de ánimo, a la vez que se introducía la NEP, se dieron pasos para regularizar las relaciones soviéticas con el mundo no soviético.

El comunismo de guerra.
La hostilidad del mundo exterior fue tan sólo uno de los peligros a los que se enfrentaron los bolcheviques tras su toma del poder. En Petrogrado la revolución se realizó sin sangre; pero en Moscú hubo fuertes combates entre unidades bolcheviques y cadetes militares leales al gobierno provisional. Los partidos políticos desplazados comenzaron a organizarse contra la autoridad de los soviets. Las comunicaciones quedaron interrumpidas por una huelga de los trabajadores del ferrocarril, cuyo sindicato lo controlaban los mencheviques. Se desorganizaron los servicios administrativos; y las condiciones anárquicas fueron aprovechadas por individuos sociales para realizar motines y saqueos. Seis semanas después de la revolución, un decreto del gobierno creó la comisión extraordinaria panrusa para combatir la contrarrevolución y el sabotaje. En abril de 1918 fueron arrestados en Moscú varios cientos de anarquistas. El “terror rojo” y el “terror blanco” pasaron a formar parte del vocabulario político.
Estas desesperadas condiciones se reflejaban en el total desorden de la economía. Durante la guerra, la producción se había visto paralizada y distorsionada por las necesidades militares, y por la ausencia de los trabajadores agrícolas e industriales que se encontraban en el frente. La misma revolución, y los estragos de la guerra civil, completaron el cuadro de desintegración económica, social y financiera. Los bolcheviques, que todavía tenían poco poder en el campo, habían adoptado para la agricultura el programa de los socialistas revolucionarias y proclamado la “socialización” de la tierra y su distribución igualitaria entre quienes la cultivaban. Lo que sucedió, de hecho, fue que los campesinos tomaron y distribuyeron entre ellos las fincas, grandes y pequeñas, de la nobleza terrateniente y las posesiones de los campesinos acomodados que habían sido autorizados a acumular tierra. Ninguna de estas medidas detuvo la caída de la producción. En el campo financiero se nacionalizaron los bancos y se repudiaron las deudas exteriores.
Después las amenazantes tormentas de la guerra civil y el colapso económico condujeron al gobierno a las drásticas medidas que más tarde se conocerían como “comunismo de guerra”. La comida era la primera prioridad. En mayo surgió la consigna de organizar destacamentos de alimentación para marchar al campo y recaudar grano del campo. La acción espontánea de los campesinos durante el primer año de la revolución se tradujo en la división de la tierra entre una multiplicidad de pequeños cultivadores que vivían al nivel de subsistencia: un incremento en el número y una disminución en el tamaño de las unidades agrícolas que no contribuyó en nada a la eficiencia de la agricultura o al suministro de alimentos a las ciudades, ya que era más probable que el pequeño agricultor consumiera para sus propias necesidades lo que el mismo producía.
El gobierno soviético, los soviets provinciales o locales, o al veces las empresas industriales crearon “granjas soviéticas” con el propósito específico de proporcionar alimento para los hambrientos trabajadores de las ciudades y las fábricas; empleaban trabajadores asalariados. Pero hicieron pocos progresos frente a la resistencia de los campesinos, que veían en esas granjas un regreso a las grandes propiedades agrícolas que habían sido parceladas por la revolución, especialmente cuando, como sucedía a menudo, se establecían en propiedades confiscadas y empleaban administradores procedentes del antiguo régimen.
Se puede decir que el comunismo de guerra empezó en la industria con un decreto que nacionalizaba todas las categorías importantes de la industria. Este parece haber sido inspirado en parte por la reciente amenaza de la guerra civil y en parte por el deseo de impedir la toma espontánea de las fábricas por los obreros. Las caóticas condiciones exigían urgentemente un control centralizado que puede haber agravado el caos en algunas ocasiones. El nuevo régimen disponía en escaso grado de las habilidades y técnicas requeridas por la producción industrial. En la práctica, la industria continuaba siendo manejada a todos los niveles por quienes habían trabajado en ella antes de la revolución, y que ahora dirigían los “centros” y los campos comunistas. La producción industrial se vio cada vez más dominada, sin embargo, por las urgencias de la guerra civil. Las demandas del ejército rojo estaban por encima de todo. El esfuerzo tenía que concentrarse en unas pocas industrias esenciales, a expensas de las restantes.
Los problemas de distribución no eran menos graves. El objetivo anunciado en el programa del partido de sustituir el comercio privado por “un sistema de distribución de mercancías planificado a escala de todo el estado” era un ideal remoto. Los planes de establecer precios fijos y racionamiento en las ciudades se vieron abajo ante la escasez de suministros y la ausencia de cualquier administración eficiente. El comercio fluía, cuando fluía, por canales ilícitos.
La tarea primordial de la política económica era mantener aprovisionado al ejército rojo, y poca atención se podía prestar a las necesidades civiles. Fue el requisamiento generalizado de los excedentes de grano lo que fundamentalmente condujo a los campesinos a rebelarse contra los rigores del comunismo de guerra.
El comunismo de guerra tuvo importantes consecuencias para la organización del trabajo. La esperanza inicial de que el trabajo de los obreros se regularía mediante la autodisciplina voluntaria, pronto se vio frustrada. El “control obrero” sobre la producción, ejercido en cada fábrica por un comité de fábrica elegido, que había sido fomentado en el amanecer de la revolución y había desempeñado un papel en la toma del poder, se convirtió pronto en una receta de la anarquía.
Las urgencias de la guerra civil resucitaron y mantuvieron viva la oleada de entusiasmo que había generado la propia revolución, e hicieron aceptables las estrictas medidas de disciplina. En 1919, en el apogeo de la guerra civil, se introdujo el servicio militar obligatorio. En la misma época se instituyeron campos de trabajo para delincuentes condenados, y que serían empleados en trabajos bajo la dirección de instituciones soviéticas.
A comienzos de 1920 la crisis militar quedó superada. Pero dejó paso al problema igualmente grave del colapso económico casi total; y parecía lógico enfrentarse a estos problemas con las mismas formas de disciplina que habían traído la victoria en el campo de batalla. Para el trabajo en la retaguardia se habían reclutado mano de obra; y al terminar la lucha, las unidades militares fueron convertidas en “batallones de trabajo” para las necesarias tareas de reconstrucción.
En el partido hubo distintas ambivalentes actitudes ante el comunismo de guerra. Los primeros ocho meses de gobierno soviético habían quebrado el poder de los terratenientes y la burguesía, pero no habían hecho nacer todavía un orden económico socialista. Para muchos bolcheviques, el comunismo de guerra fue sólo una respuesta obligada a una situación de crisis. Este punto de vista ganó popularidad cuando terminó la guerra civil y las cargas del comunismo de guerra parecieron insoportables por más tiempo; y se convirtió en la línea aceptada cuando la revuelta campesina impuso finalmente la decisión de abandonar el comunismo de guerra a favor de la NEP.
Otros comunistas, por otra parte, celebraron las realizaciones del comunismo de guerra como un triunfo económico, un avance hacia el socialismo y el comunismo menos rápido de lo que hasta entonces se habían juzgado posible, pero con todo impresionante en ese sentido. La industria había sido nacionalizada, la devaluación del rublo podía ser descrita como un golpe a los capitalistas burgueses. Tras la guerra civil, la imagen utópica del comunismo de guerra chocó con las realidades de una situación económica desesperada de forma demasiado obvia para poder ser defendida seriamente. Pero en el partido muchas coincidencias se vieron perturbadas por su abandono; y las divergencias sobre el carácter del comunismo de guerra se repetirían bajo la forma de divergencias sobre el carácter y permanencia de la NEP.

Historia Social General: Teorico 17 "La industrializacion y la clase obrera, de la paz a la guerra"

¿A qué llama Marx “acumulación originaria”?
Marx dice que la acumulación primitiva significa la expropiación de los productores directos, y más específicamente, "el aniquilamiento de la propiedad privada que se funda en el trabajo propio, esto es, la expropiación del trabajador", permitiendo un elemento clave del capitalismo: "la explotación del trabajo formalmente libre de otros, es decir, el trabajo asalariado". El sentido de la acumulación primitiva es privatizar los medios de producción, de tal modo que sus propietarios puedan aprovecharse de la existencia de población sin medios que tiene que trabajar para ellos. Esa privatización afectó sobre todo a las grandes masas rurales, que eran expulsadas del campo y respondía a un programa político que se ha llamado individualismo agrario. La privatización destruía decenas de formas tradicionales de definir los derechos de acceso de la población a los medios de producción y los recursos naturales: vinculación de los siervos a la tierra, derechos comunales, derechos de campo abierto y otros.
La desvinculación del productor de los medios de producción es un proceso marcado por la violencia, la conquista, la piratería y el robo. En Europa, esa desvinculación significaba acabar con las formas tradicionales de uso colectivo de la tierra y los derechos de señoriales o feudales sobre la tierra o sus productos que protegían a una gran masa de campesinos europeos.

¿Qué dos grandes problemas plantea, para el autor, el modelo marxista clásico?
El primer problema que plantea el autor es aquel relacionado con la velocidad con que la Revolución Industrial surgió en Inglaterra. Para el modelo marxista clásico, la industrialización de los medios de producción fue explosiva, cosa que no fue así. Las tecnologías manuales no fueron reemplazadas por la mecanización sino que por mucho tiempo la primera prevaleció y, durante los años venideros, ambas tecnologías convivieron y se relacionaron: fue un cambio gradual.
El segundo problema es que este modelo trata de homogeneizar a los trabajadores y formar la conciencia de la “clase obrera”. Este modelo idealizaba al trabajador como el típico obrero de fábrica sin contar que los trabajadores vienen de numerosas situaciones y lugares diferentes, por ejemplo, el campesinado podía trabajar para el capitalista sin estar en una fábrica y los artesanos podían trabajar sin ser aglomerados en la misma.

¿Por qué, para el autor, la “unidad” de la clase obrera fue una proyección idealizada?
La “unidad” de la clase obrera fue una proyección idealizada, una abstracción de las historias desordenadas y desiguales de la industrialización en el S. XIX que se pensaba que con una unión fuerte podía formarse resistencias y, mucho más adelante, partidos revolucionarios. Como se dice en el punto anterior, los trabajadores provienen de puntos diferentes y no todos ganan igual, trabajan de lo mismo y viven de la misma forma.

¿Qué rol cumplen las mujeres en las nuevas formas de organizaciones populares? ¿A qué llama el autor, tradiciones generizadas de los incipientes movimientos obreros?
El rol de las mujeres estuvo ligado al hogar y la discriminación en los ámbitos públicos las obligaba a tener nulas acciones en materias de voto, política, opinión, trabajo, etc. Según la época, el lugar idóneo de la mujer era el hogar ya que era indispensable la integridad de la unidad doméstica para la identidad política.
Por otra parte, el hombre tenía la autoridad doméstica y sus ideales genéricas pasaban por el hecho que el salario del hombre podía mantener a toda su familia. Esta idea fue cuestionada al momento que el salario del hombre no satisfacían las necesidades familiares y es ahí cuando las mujeres y los hijos salían a trabajar. Esta forma de ingreso se llama “salario familiar” y era aceptada por los trabajadores pero despreciada a la vez ya que los ingresos de las mujeres fue siempre muy devaluada.

¿Cuáles son las dificultades para forjar la “conciencia de clase” obrera?
Las dificultades que tiene la formación de la clase obrera es que para formar la “conciencia de clase” es necesario saltar el obstáculo que impone la amplia gama de trabajadores de diversas índoles que quedan encerrados en el proletariado.
Así, existen obreros con conciencia de clase más desarrollada que les permiten la formación de organizaciones sindicales y partidos y obreros con escasas posibilidades de formación sindical. Ninguna de las dos condiciones pueden formar una clase obrera auténtica: mientras unos eran más propicios para una organización socialista, otros generaban condiciones violentas, espontáneas y más dispuestas a enfrentamiento.
Aparte de esta distinción, existen más diferencias por la gran diversidad de experiencia obrera. Además de los típicos trabajadores de fábricas y minas de carbón, existían marineros, obreros del transporte, trabajadores de construcción, etc. También aquellos que estaban marginados: sirvientes domésticos, trabajadores uniformados de ferrocarriles estatales y correos, oficinistas, las mujeres que trabajaban en domicilio en oficios relacionados con los textiles.
Otra problemática era la enorme extensión de territorio donde vivían los trabajadores y, por último, la enorme brecha de edades entre ellos: desde niños a trabajadores maduros.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Historia Social General: Practico 14"Los artesanos, los obreros de las fabricas y la formación de la clase obrera francés, 1789-1848” William h. Sewe

"Los artesanos, los obreros de las fabricas y la formación de la clase obrera francés, 1789-1848” William h. Sewell

1. ¿Cuál es el problema al que se enfrenta Sewell?
El interrogante que guía la investigación de Sewell es porque en el año 1848 se desarrollo en Francia por primera vez un movimiento de masas que enfrento al estado y a las clases dominantes con un programa social y político impregnado de socialismo.
Su trabajo aborda el problema del pensamiento marxista: “la conciencia de la clase obrera”. Su principal interrogante se basa en que si, fue Gran Bretaña el motor que desarrollo el capitalismo a escala mundial, porque el cartismo (su mayor movimiento político de la clase obrera), fue tanto más inferior que le movimiento revolucionario francés. Y otro punto de reflexión es porque los principales núcleos de agitación del movimiento obrero surgieron no de los obreros de las fábricas, sino de los artesanos afectados por el avance del capitalismo industrial.
2. ¿Por qué para el autor es insostenible la siguiente afirmación: “el movimiento obrero con conciencia de clase fue un producto de la fabrica”?
Una importantísima consecuencia del modelo francés de industrialización fue que los artesanos y no los trabajadores de las fábricas fueron la gran mayoría de los trabajadores industriales franceses. Hasta 1871, la historia de la protesta obrera en Francia fue esencialmente la historia de la protesta artesana.
3. Caracterice el modo en el que estaba organizada la producción industrial en Francia e identifique los distintos tipos de trabajadores que ella ocupa.
El desarrollo del capitalismo industrial afecto desde fines del siglo XVIII la industria artesana, las primeras artesanías que sintieron sus efectos fueron las textiles de la lana y el lino. Estas industrias urbanas estaban regidas por los gremios, así como elementos clave del comercio regional e interregional, pronto quedaron sujetas a la dinámica del “putting out” fue introducida para evitar las exigencias de los gremios urbanos (alto coste de la mano de obra, prácticas restrictivas e insistencia en un nivel de calidad alto). Los tejedores rurales aceptaban salarios bajos y estaban disp0uestos a fabricar los tejidos más ligeros, de menor calidad y más baratos; los cuales constituían el principal sector de crecimiento de la industria textil.
La fabricación era rural y domestica, aunque el control y la coordinación se hallaban en manos de capitalistas urbanos que operaban en un mercado interregional o internacional. La incorporación de las fábricas de hilar y tejer en la 1ra mitad del siglo XIX supuso la llegada de una nueva etapa de la explotación de una industria que era capitalista hacia ya dos siglos.
En todas la demás industrias artesanales la producción siguió ejecutándose en las ciudades bajo la supervisión de los gremios. Cuando durante la Revolución Francesa se suprimen los gremios y se acelero la expansión de los mercados el capitalismo comenzó a tener fuertes efectos sobre las industrias artesanales. Los sistemas de produccion fueron reorganizados para producir mas productos estándar a un precio mas bajo por la mano de obra menos cualificada. Los propietarios de industrias dejaron de fabricar por encargo, especializándose en productos estándar, vendibles en masa y mas baratos. Aumentaron la división de trabajo, y subcontrataron a mujeres y niños.
4. ¿Cómo afecto al trabajo artesanal la expansión de la racionalidad y los modos de organización capitalistas?
Las practicas antes mencionadas bajaron las ganancias y redujeron la autonomía de los trabajadores en la rama reorganizada de la industria, además de reducir los salarios de los trabajadores que continuaron en la rama tradicional. La explotación fue en las industrias artesanales casi tan fuerte como en las fabricas en la primera mitad del siglo XIX.
5. ¿Por qué la intensa explotación del trabajo artesanal no basta según Sewell para explicar la militancia de los artesanos?
La intensa explotación del trabajo artesanal explicaría que los índices de participación en los movimientos de protesta fueran iguales a los obreros de las fabricas.
Para comprender el por que de que los artesaos tuvieran una participación tan activa en los movimientos de protesta debemos tener en cuenta la forma en que los artesanos comprendían su trabajo. Es decir, ellos veian su trabajo como una acción social. Como consecuencia del sistema corporativo o gremial de las ciudades medievales y del principio de la Edad Moderna. En la artesanía urbana, las instituciones corporativas y las tradicionales constituyeron el marco de las relaciones productivas. La conciencia de clase surgió en Francia como una transformación del concepto corporativo del trabajo de los artesanos bajo el impacto del desarrollo capitalista y la política revolucionaria.
6. Diferencie los modos en los que era entendido el trabajo por los obreros de las fabricas y por los artesanos.
Los obreros de las fabricas entendían su trabajo como un concepto menos social y mas individualizado de las relación de produccion.
En cambio los artesanos tenían una mayor tendencia a la acción, por la conciencia de clase ( consecuencia inmediata del sistema corporativo o gremial de la edad media).

Continuara…



Quiero relajar..

sábado, 31 de octubre de 2009

Practico 13 Historia Social General: "Un mundo por ganar, capitulo 1" Geoff Eley

1-¿Cuáles son las demandas políticas que conforman el programa de reformas radicales perseguido por los jacobinos durante la revolución francesa? ¿Siguen vigentes estas demandas en el mundo actual, han sido satisfechas o han quedado desactualizadas?

Las demandas políticas que conformaban el programa de reformas radicales perseguido por los jacobinos durante la revolución francesa eran: la abolición del veto real, la legislatura unicameral, una judicatura elegida en vez de nombrada, la supremacía legislativa en vez de la separación de poderes y un ejecutivo fuerte, y por sobre todo, el sufragio democrático, basado en el principio de un hombre, un voto.
Al exigir el gobierno del pueblo, la izquierda pretendía derribar el poder de una clase dominante socioeconómica, de un gobierno corrompido.

2-¿Qué es lo que distingue a una concepción de izquierda cuando se discute por qué el pueblo ve limitada su capacidad de ejercer efectivamente la soberanía política?


3-Analice el destino de lo que Eley define como “democracia radical”.
a- ¿Por qué se ha argumentado que estos movimientos políticos miraban más al pasado que al futuro?
b- ¿El desarrollo del capitalismo afecta la vigencia del programa político de la “democracia radical”? ¿Por qué?

La democracia radical de pequeños propietarios dominó las insurrecciones populares que estallaron en Europa durante 1820 y 1830, así como en los disturbios de 1848. Floreció entre los artesanos, los pequeños comerciantes, los abogados, periodistas e intelectuales de poca monta (coalición jacobina).
Estos movimientos podían abarcar elementos de la nación política o penetrar en el campesinado, y cerca de 1848, aumentaron al sumarse a ellos estudiantes y trabajadores proletarizados.
Estos movimientos políticos miraban más al pasado en el sentido de que aunque las fuerzas del mercado capitalista ya comenzaban a transformar las relaciones de producción aun perduraban ideologías populares antiguas de la sociedad justa. Los deseos de proteger y restaurar las formas tradicionales de producción a pequeña escala aun podían sostenerse, por parte de ideas radicales de intercambio y productores independientes. En 1848, la democracia radical alcanzo su apogeo, sin embargo sus bases estaban debilitadas. Porque el capitalismo penetraba en el entorno del pequeño productor, creando un entorno muy diferente, un entorno industrial. De forma paulatina la democracia quedo vinculada a 2 nuevas exigencias: un análisis económico del capitalismo y un programa político para la reorganización general de la sociedad.

4- ¿Qué quiere decir Geoff Eley cuando afirma que la democracia estuvo siempre incrustada en la historia social?

El autor afirma que la democracia estuvo siempre incrustada en la historia social, puesto que la “democracia radical” surgió de la Revolución Francesa, y también estuvo presente en forma de exigencias socioeconómicas de carácter práctico en el socialismo primitivo de 1830. Estas exigencias fueron consideradas el acompañamiento esencial de la democracia autentica. Así las ideas socialistas se volvieron difusas y quedaron integradas en instituciones y en las relaciones sociales, en la conciencia y en el comportamiento de las personas y se convirtieron en poderosas motivaciones. La sustitución de una forma de democracia por otra entraña además de una adaptación a una sociedad cambiante, una constante lucha de ideas.

5- ¿Qué es lo que diferencia al liberalismo y al socialismo en la segunda mitad del siglo XIX? ¿Cómo conciben estas ideologías la relación entre economía y política?

Los liberales se resistieron a la ciudadanía democrática, es decir que el acceso a los derechos políticos estaba signado por la posesión de propiedades, la educación y la “categoría moral”. Los liberales despreciaban la capacidad cívica de las masas, en el discurso liberal, “la democracia” era sinónimo del imperio de la chusma.
Por otro lado los movimientos obreros apoyaban la soberanía popular y presionaban a favor de formas intermedias de cooperativismo de los productores con el respaldo del gobierno (talleres nacionales o un banco de crédito popular).
A partir de 1860 los socialistas depositaron sus esperanzas en un partido de democracia parlamentaria dirigido y asociado a un movimiento sindical organizado a escala nacional.

7- ¿Cómo explica el autor que los movimientos socialistas relegaran a un segundo plano “la cuestión de la mujer”? ¿Se trata de una cuestión de estrategia política o de un límite ideológico? ¿El texto menciona algún tipo de factor económico cuando analiza la dominación masculina sobre la mujer?

En la mayoría de los primeros movimientos democráticos, exceptuando los utópicos, la soberanía popular estaba acotada solo para los varones. Al finalizar el siglo XIX los partidos socialistas europeos se convirtieron en los principales defensores de los derechos políticos de la mujer.
Los movimientos de izquierda se negaban a apoyar el sufragio femenino hasta que los hombres ya hubieran obtenido el suyo. Pero donde el sufragio masculino ya existía, los derechos de las mujeres quedaban subordinados a cuestiones económicas. La primacía de los aspectos económicos en la comprensión del contexto social perjudicaba a las mujeres.
La actitud de los partidos socialistas de dejar en segundo plano la “cuestión de la mujer” obedece a estructuras ideológicas profundas, que derivan de sistemas antiguos de supremacía masculina. Estos sistemas se localizaban en parte en la familia y en parte en divisiones generalizadas del trabajo en la economía.

9- ¿Cuáles son los aspectos positivos que según Eley pueden encontrarse en las prácticas y el idealismo de los “socialismos utópicos”?

Los principales pensadores del socialismo utópico fueron Claude Henri de Saint-Simon, Francois Charles Fourier y Robert Owen. Owen proponía la cooperación social contra el egoísmo, el individualismo y la competencia. Saint-Simon propuso una sociedad en la cual todos cumplieran funciones productivas, implantando la jerarquía funcional, la productividad y el mutualismo. Por su lado Fourier proyecto comunidades independientes y minuciosamente detalladas; que mediante una trama de tareas y funciones complementaria garantizarían la felicidad de todos.
Las comunidades a pequeña escala que los utópicos escogieron como medio, no guardaban ninguna relación con los movimientos obreros, dado que sus ideas surgieron mucho antes.
El socialismo utópico no criticaba la economía capitalista, sino que se centraba en asuntos religiosos y filosóficos, concedía prioridad a la educación popular y pretendía revelar el misterio de la armonía social y la felicidad humana.
En contraste con la democracia radical el socialismo utópico suponía una retirada respecto del pensamiento de orientación estatal sobre la democracia.
Los utópicos practicaban una política de género sumamente radical. Fourier propugnaba la plena igualdad de las mujeres y los hombres. Las libertades sexuales y el desmantelamiento del matrimonio, al tiempo que los seguidores de Owen atribuían la degradación moral del capitalismo.

10-¿Cuál es el modelo organizativo que termina imponiéndose en el socialismo Europeo en el último cuarto del siglo XIX?

A partir de 1860 los socialistas de la mayor parte de Europa depositaron sus esperanzas en un partido de democracia parlamentaria dirigido centralmente y asociado a un movimiento sindical organizado a escala nacional.
El ascenso del modelo socialdemócrata fue favorecido por el creciente predominio en Europa de constituciones parlamentarias vinculadas al principio del Estado nacional, que recibió un fuerte impulso en 1860 con la unificación de Alemania e Italia. Las capacidades del constitucionalismo liberal resultante afectaron de manera crucial al proceso del modelo socialdemócrata.

viernes, 4 de septiembre de 2009


Me encanta este videoo, disfrutenlo, Don Lunfardo

domingo, 30 de agosto de 2009


ahora si que no queda otra que estudiar

Teorico 10 Historia Social General:"Clase, crisis y estado"

El Estado capitalista está destinado a intervenir profundamente en la economía pero no en el nivel de relaciones de mercado sino en el mismo seno de la producción.
Se trata de ver la relación que hay entre la estructura interna del Estado (en este caso la burocracia) y la lucha de clases. Se explica la burocracia según Lenin y Weber.
Estos autores estudiaron el aparato estatal y sus estudios muestran coincidencias en los temas tratados pero diferencias en las conclusiones finales. Entre muchas cosas se preguntan si las masas pueden gobernar y controlar el estado, qué se puede hacer ante la acumulación de poder por parte de la burocracia, etc.

RAZONAMIENTO DE WEBER.
La primera observación de este autor se basa en la incompetencia del parlamento alemán. Para cambiar este defecto era necesario, en un principio, lograr un parlamento más fuerte. Sus conclusiones se basan por las siguientes proposiciones:
Proposición 1:
Mientras crece el capitalismo y la complejidad de la sociedad aumenta, es necesario que el Estado logre precisión, rapidez, subordinación absoluta, etc. Una administración racional es necesaria y esto conlleva a la BUROCRATIZACIÓN del aparato estatal.
Proposición 2:
Al crecer la burocracia, el poder de los burócratas aumenta a comparación de las organizaciones no burocráticas. Esto trae características en la organización burocrática que posibilitan su permanencia en el poder:
a) Eficacia práctica y dependencia burocrática.
b) El conocimiento técnico especializado usado por burócratas.
c) Secretos administrativos: sólo los burócratas saben el mecanismo que tiene el estado y esto debilita a aquellos que no lo saben, o sea, a la clase dominada.
Con más poder en los burócratas el pueblo tiene menos posibilidades de controlarlos. Sin embargo, es necesario un control sobre éstos mediante el implemento de instituciones reguladoras.
Proposición 3:
Si la cúspide administrativa pertenece a los burócratas, o sea, ellos tienen la capacidad de elegirse sin el consentimiento del pueblo, se tiende a la “irresponsabilidad e ineficacia” y la “influencia capitalista sobre el funcionamiento estatal”.
Weber piensa que hay que cambiar dos aspectos de los burócratas:
a) Hacer política siempre es lucha: se lucha por los fines y por el poder necesario para lograrlos. El problema es que el burócrata no tiene la capacidad para hacer política. “Hacer política” se entiende por la habilidad de formar alianzas, saber negociar, poner prioridades, etc.
b) La ineficacia e irresponsabilidad del Estado son el resultado de una incontrolada dominación burocrática. Se tiende a influenciarse a los intereses capitalistas en la administración del Estado. Weber argumenta que es necesario el reemplazo de burócratas por políticos profesionales en las altas posiciones administrativas.


Proposición 4:
Un parlamento fuerte y que funciones tiene tres tareas:
a) Supervisión administrativa: ofrece los medios institucionales para controlar eficazmente el poder ilimitado de la burocracia.
b) Creación de liderazgo: el parlamento selecciona políticos que sean trabajadores objetivos. De esta forma se garantiza el control de la administración, la educación y la formación de conductores aptos. Las formas de producir dirigentes políticos son:
I. Un parlamento fuerte supone una acumulación de poder. Esto atrae a personas con condiciones de líderes que quieren ese poder.
II. El proceso de batallas políticas cultiva el talento de reclutar aliados y conseguir un respaldo sólido, es decir, las capacidades de un político profesional.
III. “Selección natural” proveniente de la lucha competitiva por el poder lleva al ascenso de los más capacitados.
c) Responsabilidad política: Cuando los burócratas son elegidos sin lucha política no hay medio para responsabilizar sus actos. En una lucha política, el político se encuentra con críticas de enemigos y competidores.

Weber decía que la manera de lograr una estabilidad era con un parlamento. Los demás sistemas no garantizan la misma eficacia: monarquías, democracias positivas y democracias “activa de masas” (de las cuales Lenin aboga como la necesaria) promueven la burocracia.
La democracia activa de masas propone expandir la participación de la gente en la vida política. Dos principios de la democratización activa son:
I. Trabas al desarrollo de un “estamento de funcionarios” cerrado, favoreciendo el acceso general a los cargos.
II. Reducción al mínimo su poder de interés de la mayor amplitud posible de la influencia de la “opinión pública”.
La democracia activa de masas propone lugares vacantes y puestos revocables en cualquier instante. Sin embargo Weber dice que estas democracias pueden dominar a la burocracia siempre y cuando no tengan conflictos internos relacionados con los antagonismos políticos de sus integrantes.

RAZONAMIENTO DE LENIN.
Proposición 1:
El estado presenta la represión de una clase sobre otra. Por ejemplo: en el capitalismo la burguesía domina sobre el proletariado. El estado es un órgano de dominación de clase: una clase domina a la otra.
Proposición 2:
La república democrática está hecha de tal forma que es el medio perfecto para que el capitalismo influya sobre ésta. El parlamento promueve la dominación capitalista, es así porque legitima el orden social y la sociedad capitalista asegura que la burguesía controle el parlamento.
El control del parlamento se produce por dos características:
a) Mistificación: el parlamento da la sensación de poder elegido por el pueblo. Los representantes elegidos dominan el Estado pero en realidad no es así.
b) Control burgués del parlamento: Lenin dice que los parlamentos burgueses controlan a la sociedad excluyendo a los pobres de la vida política. Esto se logra con pequeñas trabas pero a la vez numerosas. Ejemplos de estas complicaciones son: la restricción de la mujer al voto, prohibición a la reunión en edificios públicos, etc. Lo único que los pobres pueden hacer es elegir cada varios años a las personas que en definitiva los va a dominar.
Proposición 3:
a) La burocracia es la estructura básica a través de la cual domina la clase capitalista.
b) La burocracia resulta funcional para el capitalismo: desde las revoluciones burguesas, el aparato burocrático se fue haciendo cada vez más fuerte. Este fortalecimiento se debió al aumento de poder de las clases proletarias. Es así que el Estado forma parte de la burguesía al reprimir a la clase obrera.
c) Separación entre la burocracia y el pueblo: para que la clase obrera sea la “clase dominante” es esencial que existan instituciones por las cuales el obrero pueda dominar.
Las características de la organización burocrática que apartan a las masas son:
I. Designación en vez de elección de puestos irrevocables.
II. Salarios altos y privilegios que crean la sensación de grandeza oficial.
III. Separación de la legislación con la actividad administrativa.
Proposición 4:
El socialismo exige la destrucción completa de las instituciones burguesas y su reemplazo por una dictadura del proletariado. De todas formas, la salida del parlamentarismo no exige abolir las instituciones representativas y la elegibilidad.
Las instituciones representativas continúan, pero desaparece el parlamentarismo como sistema especial, como división de trabajo legislativo y ejecutivo, como situación privilegiada para los diputados.
La dictadura del proletariado sigue formando un estado, y entendiendo a éste como un aparato opresor, en este caso la clase oprimida es la burguesía. Mientras, gradualmente se democratizan los cargos hasta que todo el pueblo esté en posición de cumplir funciones estatales.

COMPARACIONES:
Ambos autores parten de puntos diferentes: Weber se ocupa de las estructuras políticas, de los factores que hacen la eficacia y responsabilidad política; Lenin se ocupa de la relación de las estructuras del estado con los fines de clase que sirven. De todas formas ambos critican la dominación burocrática y las instituciones parlamentarias.
Los dos dicen que las organizaciones representativas débiles promueven el poder de la burocracia y que se necesitan organismos que funcionen. Pero su solución difiere cuando Weber aboga por un parlamento fuerte mientras que Lenin propone la disolución del parlamento burgués por una dictadura del proletariado.

Teorico Historia Social General:"La formacion de la clase obrera en inglaterra"

John Thelwall no era el único que veía en cada “manufactura” un centro potencial de rebelión política. La fábrica encarnaba una doble amenaza hacia el orden establecido. En primer lugar la de los propietarios de la riqueza industrial, aquellos advenedizos que gozaban de una injusta ventaja sobre los terratenientes cuyo ingreso dependía de los libros del registro de sus rentas. En segundo lugar, la amenaza de la población obrera industrial.
La correlación entre la fábrica de algodoneros y la nueva sociedad industrial, y la correspondencia entre las nuevas formas de relaciones de producción y sociales era algo común entre los observadores, entre 1790 y 0850. Y no sólo era el propietario de la fábrica lo que les parecía “nuevo” a los contemporáneos, sino también la población obrera que se había establecido en las fábricas y alrededor de ellas.
En las décadas de 1830 y 1840, los observadores todavía se sorprendían ante la novedad del “sistema fabril”. La máquina de vapor había “reunido a la población en densas masas”. Las consecuencias humanas de esas innovaciones son:

La población, como el sistema al que pertenece es nueva; pero está creciendo por momentos en extensión y fuerza. Es un agregado de multitudes, que nuestras ideas expresan con términos que sugieren algo amenazador y pavoroso. Hay poderosas energías que yacen inactivas en esas masas. La población manufacturera no es nueva únicamente en su formación: es nueva en sus hábitos de pensamiento y acción, que han sido conformados por las circunstancias de su condición, con porca instrucción, y menor guía, a partir de influencias exteriores.

Los observadores conservadores, radicales y socialistas sugerían la misma ecuación: la energía a vapor y la fábrica de algodoneros = la nueva clase obrera. Se veía a los instrumentos físicos de la producción dando lugar, de forma directa y más o menos compulsiva, a nuevas relaciones sociales, instituciones y formas culturales. Quizá sea la escala e intensidad de esa agitación popular multiforme la que, más que cualquier otra cosa, ha dado lugar a la sensación de algún cambio catastrófico.
La fábrica de algodoneros aparece no ya como el agente de la Revolución industrial, sino también de la social; produce no sólo las mercancías, sino también el propio movimiento obrero. La revolución industrial, que empezó como una descripción, se invoca hoy como una explicación.
El algodón fue, desde luego, la industria puntera de la RI, y la fábrica de algodón sirvió de modelo básico para el sistema fabril. Sin embargo, no deberíamos dar por sentada cualquier correspondencia automática, o demasiado directa, entre la dinámica del crecimiento económico y la dinámica de la vida social o cultural. Porque medio siglo después del “avance decisivo” de la fábrica de algodón los trabajadores fabriles seguían siendo una minoría de la fuerza de trabajo adulta en la propia industria del algodón.
La cuestión es importante, porque el énfasis exagerado en la novedad de las fábricas de los algodoneros puede conducir a una subestimación de la continuidad de las tradiciones políticas y culturales en la formación de las comunidades obreras. Muchas de sus ideas y formas de organización habían sido ya adoptadas por los trabajadores a domicilio. Y es discutible si la mano de obra fabril “formó el núcleo del movimiento obrero” antes de los últimos años de la década de 1840.
En muchas ciudades, el núcleo real de donde el movimiento obrero extrajo ideas, organización y líderes estaba constituido por zapateros, tejedores, talabarteros, libreros, impresores y pequeños comerciantes. El vasto mundo del Londres radical no sacó su fuerza de las principales industrias pesadas sino de la multitud de oficios y ocupaciones menores.
Esa diversidad de experiencias ha llevado a algunos autores a poner en duda tanto la noción de una “revolución industrial” como la de una “clase obrera”.
Cuando se han tomado todas las precauciones oportunas, el hecho destacable del período comprendido entre 1790 y 1830 es la formación de la clase obrera. Esto se revela:
1. En el desarrollo de la conciencia de clase; la conciencia de una identidad de intereses a la vez entre todos esos grupos diversos de población trabajadora y contra los intereses de otras clases.
2. En el desarrollo de las formas correspondientes de organización política y laboral.
La formación de la clase obrera es un hecho de historia política y cultural tanto como económica. No nació por generación espontánea del sistema fabril. Tampoco debemos pensar en una fuerza externa (la RI) que opera sobre alguna materia prima de la humanidad, indeterminada y uniforme, y la transforma, finalmente, en una “nueva estirpe de seres”.
En toda esa época hay tres grandes influencias que actúan simultáneamente. Está el tremendo crecimiento demográfico, la RI en sus aspectos tecnológicos y la contra-revolución política de 1792 y 1832.
Tanto el contexto político como la máquina de vapor tuvieron una influencia determinante sobre la conciencia y las instituciones de la clase obrera que se estaba configurando. El pueblo estaba sometido, a la vez, a una intensificación de dos tipos de relaciones intolerables: las de explotación económica y las de opresión política. Las relaciones entre patrón y obrero se volvían más estrictas y menos personales; aunque es cierto que eso aumentaba la libertad potencial del trabajador, puesto que el jornalero agrícola o el oficial en la industria doméstica estaba “situado a medio camino entre la condición de siervo y la condición de ciudadano”, esa “libertad” hacía que percibiese más su no libertad. Pero en cada uno de los aspectos que buscase para resistir la explotación, se enfrentaba con las fuerzas del patrono o del estado, y normalmente con las dos.
La mayor parte de los trabajadores sintió la crucial experiencia de la RI en términos de cambio en la naturaleza y en la intensidad de la explotación. Los obreros sufrían de injusticias a través de los cambios en el carácter de la explotación capitalista: la ascensión de una clase de patronos que no tenían autoridad tradicional ni obligaciones; la creciente distancia entre el patrono y el hombre; la transparencia de la explotación en el origen de su nueva riqueza y poder; el empeoramiento de la condición de trabajador y sobre todo su pérdida de independencia, su reducción de la dependencia total con respecto a los instrumentos de producción del patrono; la parcialidad de la ley; la descomposición de la economía tradicional familiar; la disciplina, la economía, las condiciones y las horas de trabajo; la pérdida del tiempo libre y las distracciones; la reducción del hombre a la categoría de un “instrumento”.
Algunos de los conflictos más ásperos de aquellos años versaron sobre temas que no están englobados por las series del “coste de vida”. Los temas que provocaron la mayor intensidad de sentimiento fueron aquellos en los que estaban en litigio valores como las costumbres tradicionales, justicia, independencia, seguridad o economía familiar, más que simple temas de “pan y mantequilla”.
La relación de explotación puede verse que adopta formas distintas en contextos históricos diferentes, formas que están en relación con las formas correspondientes de propiedad y poder del Estado. La relación de explotación clásica de RI es despersonalizada, en el sentido de que no se admiten obligaciones durables de reciprocidad: de paternalismo o deferencia, o de intereses de “oficio”. El antagonismo se acepta como intrínseco a las relaciones de producción. Las funciones de dirección o supervisión exigen la represión de todos los atributos excepto aquellos que promueven la expropiación del máximo valor excedente del trabajo. El trabajador se ha convertido en un instrumento, o una entrada entre las demás partidas de coste.
Se hablaba de los patronos, no como un agregado de individuos, sino como una clase. Como clase, “ellos” les denegaban los derechos políticos a los obreros. Si había una relación comercial, “ellos” recortaban sus salarios. Si el comercio mejoraba, tenía que luchar contra “ellos” para obtener cualquier porción de mejora. Si la comida era abundante, “ellos” tenían beneficio. Si era escasa su beneficio era mayor. “Ellos” conspiraban sobre la relación esencial de explotación, dentro de la cual todos los hechos tenían validez. Verdaderamente había fluctuaciones de mercado, malas cosechas y todo lo demás; pero mientras que la experiencia de la explotación intensificada era constante, las causas de las penurias eran variables. Éstas afectaban a la población obrera, no de forma directa, sino a través de la refracción de un sistema particular de propiedad y poder que distribuía las ganancias y las pérdidas con una gran parcialidad.
Los historiadores sociales del período más fecundos se han tropezado con la severa crítica de una notable empirista, y finalmente ambas partes han cedido terreno. En la actualidad, si bien ningún investigador serio está dispuesto a sostener que todo iba peor, tampoco está dispuesto a decir que todo estaba mejor. Tanto Wobsbawm como Ashton coinciden en que los salarios reales disminuyeron durante las guerras napoleónicas y sus consecuencias inmediatas.
De hecho, por lo que se refiere al período 1790-1830, hay muy pocas mejoras. La situación de la mayoría era mala en 1790, y siguió siendo mala en 1840, pero existe algún desacuerdo en cuanto al tamaño de los grupos relativos dentro de la clase obrera.

Teorico 5, Historia Social General:"Mas alla del capital"

¿Por qué Marx? Una historia de El Capital.
En su núcleo, el marxismo rechaza toda sociedad basada en la explotación y que impida el desarrollo total del potencial humano. Que las dediciones sociales sean dictadas por la ganancia privada en lugar de las necesidades humanas es uno de los motivos por los que los marxistas se oponen al capitalismo. Que los recursos sean subutilizados y las personas desempleadas cuando podrían ser usados para producir lo que necesita la humanidad; que nuestro ambiente natural, condición básica de nuestra existencia, pueda ser destruido racionalmente buscando sólo satisfacer el interés privado; que podamos hablar de justicia cuando la propiedad de los medios de producción permite a una pequeña parte de la sociedad obligar al resto a trabajar bajo condiciones inhumanas; en fin, todas estas características “racionales” del capitalismo son para los marxistas algo inherente a la misma naturaleza del capital y son parte de las razones para luchar por ir más allá del capital.

Relaciones de producción capitalistas.
El capitalismo es una economía de mercado pero sus condiciones históricas no sólo son la existencia de mercancías y dinero sino también que el trabajador libre esté disponible “en el mercado como vendedor de su fuerza de trabajo” y “deba ofrecer como mercancía su fuerza de trabajo misma”. Por lo tanto “la relación capitalista es una relación que domina la producción y en que, por lo tanto, el obrero aparece en el mercado como vendedor y el capitalista como comprador”.
Para que aparezcan estas relaciones es necesario:
• Que el obrero esté libre: que tiene derecho de propiedad sobre su propia fuerza de trabajo, en un “propietario libre”.
• Que los medios de producción hayan sido separados de los productores, y de este modo el trabajador es libre de todos los medios de producción que podrían permitirle producir y vender otra cosa que no sea su fuerza de trabajo.
• Que a los capitalistas no les de lo mismo dar en alquiler medios de producción que comprar fuerza de trabajo, es decir, que el capital haya tomado posesión de la producción.
Los capitalistas tienen por objeto entrar en la esfera de la circulación con cierto valor del capital en forma de dinero para comprar mercancías y luego vender mercancías por más dinero. Se trata de obtener un valor adicional: un plusvalor.
La acción del capital no puede tener otro fin que el enriquecimiento, es decir, el aumento y la incrementación de sí mismo. Por propia naturaleza, el capital siempre está buscando y luchando por expandirse.
La esencia de esta historia es que el capital por su misma naturaleza tiene un impulso a crecer que constantemente crece contra las barreras, tanto las externas como las que le son inherentes, y que el capital empuja constantemente más allá de esas barreras, proponiéndose crecer otra vez.
Consideremos las relaciones capitalistas, donde el trabajador vende su capacidad de trabajar al capitalista. Dado que carece de los medios de producción para asociarlos con su fuerza de trabajo, ésta no tiene un valor de uso para él. Por eso, la ofrece como una mercancía para adquirir el equivalente social del trabajo que hay en su interior (su valor en la forma de dinero). Así el trabajador recibe dinero y el capitalista pasa a usar su fuerza de trabajo.
Pero en la compra y venta de fuerza de trabajo hay algo más. A diferencia de otras mercancías, la capacidad de trabajar no es separable de su vendedor: después de todo, la fuerza de trabajo sólo existe en el cuerpo vivo del trabajador. Así, en lugar de una mercancía separable, lo que en realidad ha vendido el trabajador es un derecho especial de propiedad: el derecho a disponer de su capacidad para trabajar durante un tiempo específico.
Hay otra diferencia respecto de esta transacción particular: el comprador. La razón por la que el capitalista compra fuerza de trabajo no es simplemente consumirla. Lo que quiere el capital es valor agregado, el plusvalor. “El único valor de uso, que puede ser realmente útil para el capital es que puede aumentarlo, multiplicarlo y, por lo tanto, mantenerlo como capital”.

La esfera de la producción capitalista.
Luego de que el capitalista compra su fuerza de trabajo, el obrero trabaja bajo el control del capitalista a quien pertenece el trabajo de aquél. El objetivo del capitalista determina la naturaleza y el propósito de la producción. El capitalista tiene este poder sobre los trabajadores porque ese es el derecho de propiedad que compró: el derecho a disponer de su capacidad de trabajar.
En segundo lugar, el producto es propiedad del capitalista, no del productor directo, del obrero. O sea que los obreros no tienen derechos de propiedad sobre el producto resultante de su actividad. Le han vendido al capitalista lo único que les daría un derecho, su capacidad de trabajar. El capitalista es el legítimo propietario: puede exigir la creación de plustrabajo y también cosechar su recompensa.
¿Cómo logra el capitalista la realización del plustrabajo? La historia, por supuesto, comienza con esa transacción en la esfera de la circulación, donde el trabajador no tiene otra alternativa que vender su fuerza de trabajo y el capitalista sólo compra esa fuerza si esta puede ser una fuente de plusvalor. Sin embargo, este acto sólo sucede en la esfera de la producción capitalista, donde el trabajador trabaja bajo el control del capitalista. Usando se poder para extender o intensificar la jornada de trabajo e incrementando el nivel de productividad, la tasa de explotación y la tasa de plusvalor.
La producción capitalista comienza cuando el capital subsume formalmente a los trabajadores comprándoles su fuerza de trabajo. En el seno de esta “relación coactiva” el capitalista ahora da órdenes al trabajador.
Al plusvalor resultante de un aumento de la jornada de trabajo se designa como plusvalor absoluto, porque su mismo incremento, su tasa de crecimiento y todo su incremento es al mismo tiempo un incremento absoluto de valor creado, “de valor producido”.
Dado el impulso a crecer del capital, se entiende que el capital tratará de extender la jornada de trabajo sin límites, su impulso es a “absorber la mayor cantidad posible de plus trabajo”.
Pero contra la tendencia del capital a crecer de este modo hay barreras obvias. El día sólo tiene 24 horas y no puede ser extendido más allá de eso. Además, dentro de esas 24 horas el trabajador necesita tiempo para descansar y revivir. Pero la sociedad forzó al capital a encontrar otro camino para crecer a raíz de la resistencia de los trabajadores a la extensión de la jornada de trabajo, el largo período de lucha de clases en el que los trabajadores trataron de mantener una jornada normal.
Esto obliga al capital crecer de otro modo: reduciendo el trabajo necesario a través de incrementos en la productividad del trabajo. Al acrecentamiento del plusvalor sobre esta base, en la que el tiempo de trabajo necesario de la jornada laboral es “reducido produciendo el equivalente de los salarios en un tiempo más corto”: plusvalor relativo.
Inicialmente, el capital alteró el modo de producción introduciendo la manufactura (el desarrollo de nuevas divisiones del trabajo). Como resultado de las nuevas formas de cooperación y especialización individual dentro del organismo que se convirtió en el taller capitalista, la productividad del trabajo avanzó mucho. De todas formas, la producción siguió dependiendo de obreros calificados, cuyo período de aprendizaje era prolongado. Más tarde, con la introducción de maquinaria cayeron “las barreras que ese mismo principio oponía aún a la dominación del capital”.
Fue un cambio adecuado para el capital en tanto se rebasaban las barreras al desarrollo de la productividad y a la generación de plusvalor en el interior de la producción. La producción es transformada en un proceso de “aplicación tecnológica de la ciencia”. Además de incrementar la productividad, la máquina permite la intensificación de la jornada de trabajo.

La esfera de circulación capitalista.

Una vez el plusvalor está producido, sólo queda integrarlo a la esfera de circulación: debe venderse la mercancía. La circulación del capital puede resumirse así:



Partiendo de su forma dinero (D), el capital ha comprado fuerza de trabajo (T) y la pone a trabajar junto a los medios de producción, generando en ese proceso de producción (P) mercancías con plusvalor (T’), pero si se quiere realizar ese plusvalor potencial, esas mercancías deben pegar el salto mortal de T’ a D’. Este ciclo se repite al infinito.
Mientras que primero parecía que los únicos obstáculos al crecimiento del capital residían en la esfera de producción, ahora resulta que el capital por su misma naturaleza, enfrenta barreras adicionales a su crecimiento; esta vez en la esfera de la circulación.
El concepto de este capital, expansivo y creciente, requiere en forma inmanente la “creación de nuevo consumo”, de tres maneras:
• Ampliación cuantitativa del consumo existente.
• Creación de nuevas necesidades, mediante la extensión de las necesidades ya existentes en un círculo más amplio.
• Creación de nuevas necesidades, descubrimientos y producción de nuevos valores de uso.
El problema del capital en la esfera de circulación no es sólo expandirla sino que tiende a expandir la producción del plusvalor más allá de su capacidad de realizar ese plusvalor. El resultado es la tendencia hacia la “superproducción, contradicción fundamental del capital una vez desarrollado”.
La superproducción surge precisamente porque el consumo de los trabajadores “no crece en la misma medida que la productividad del trabajo”. Su resultado son las crisis periódicas.
De este modo el capital produce su propio límite específico. No está interesado en la producción, salvo que sea una producción rentable, de plusvalor que pueda ser realizado. Si tiene demasiado éxito en aumentar el plustrabajo, entonces sufre de plus producción, y entonces se interrumpe el trabajo necesario, pues el plustrabajo no puede ser realizado por el capital”.

Teorico 4 Historia Social General:"La ideologia alemana"

La ideología en general y la ideología alemana en particular.
Según la filosofía hegeliana, las relaciones entre los hombres, todos sus actos y su modo de conducirse, sus trabas y sus barreras, son otros tantos productos de su conciencia. Sin embargo, este pensamiento no une la filosofía con la realidad empírica, el mundo material que la rodea.
Las premisas del que parte el materialismo histórico no tienen nada de arbitrario, no son ninguna clase de fundamentos, sino premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción. Estas premisas pueden comprobarse por la vía empírica.
La primera premisa de toda historia humana es la existencia de individuos humanos vivientes. El primer estado de hecho comprobable es, por lo tanto, la organización corpórea de estos individuos y, como consecuencia, el comportamiento hacia el resto de la naturaleza.
Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se haya condicionado por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material.
El modo como los hombres producen sus medios de vida depende de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuánto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos.
Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción. Esta producción sólo aparece al multiplicarse la población. Y presupone, a su vez, un intercambio entre los individuos. La forma de este intercambio se haya condicionada, a su vez, por la producción.
Las relaciones entre los Estados depende de cuánto hayan desarrollado sus fuerzas productivas, la división del trabajo y el intercambio interior.

La división del trabajo es la separación del trabajo industrial y comercial con respecto al trabajo agrícola y esto conlleva en la separación de la ciudad y el campo. Al mismo tiempo, la división del trabajo dentro de estas diferentes ramas conduce, a su vez, a la formación de diversos sectores entre los individuos que cooperan en determinados trabajos.
Cada etapa de la división del trabajo determina las relaciones de los individuos entre sí, en lo que se refiere al material, el instrumento y el producto del trabajo.
La primera forma de la propiedad es la propiedad de la tribu. Esta forma de propiedad corresponde a la fase incipiente de la producción en que un pueblo se nutre de la caza y la pesca, de la ganadería y agricultura. En esta fase la división del trabajo se encuentra muy poco desarrollada y no es más que la extensión de la división natural del trabajo en la familia.
La segunda forma está representada por la antigua propiedad comunal y estatal, que brota como resultado de la fusión de diversas tribus para formar una ciudad, junto a la propiedad comunal, va desarrollándose la propiedad privada mobiliaria e inmobiliaria. La división del trabajo aparece ya desarrollada. Nos encontramos ya con la contradicción entre la ciudad y el campo y, más tarde, entre los estados que representan los intereses de la vida urbana y los de la vida rural.
La tercera forma es la de la propiedad feudal o por estamentos. Así como la Antigüedad partía de la ciudad, la Edad Media tenía como punto de partida el campo.
También esta etapa, como la propiedad de la tribu y la comunal, en una comunidad, pero a ésta no se enfrentan ahora, en cuanto a clase productora, los esclavos, como ocurría en la sociedad antigua, sino los campesinos siervos de la gleba. Y, a la par con el desarrollo completo del feudalismo, aparece la contraposición del campo con respecto a la ciudad. La organización jerárquica de la propiedad territorial, y en relación con ello, las armadas le daba el poder de la nobleza sobre los siervos.
Su equivalente en la ciudad fue la propiedad corporativa, la organización feudal del artesanado. Aquí, la propiedad era el trabajo de cada uno. La necesidad de asociarse para hacer frente a la nobleza asociada se reflejó en el surgimiento de diversos gremios.

La producción de las ideas y representaciones, de la conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad material y el comercio material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual se presentan como emanación directa de su comportamiento material. Los hombres son productores de sus representaciones, de sus ideas, etc. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real.
Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan para llegar al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.

Historia.
La primera premisa de la historia humana es que los hombres se hallen en condiciones de poder vivir. Para vivir hace falta comer, beber, tener un techo, etc.
El primer hecho histórico es la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, o sea, la producción de la vida material misma. Es una necesidad que desde el principio de los tiempos necesita cumplirse todos los días y a todas horas.
Lo segundo es que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conducen a nuevas necesidades.
El tercer factor que interviene de antemano en el desarrollo histórico es el de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: se crean las familias. Estas familias, que al principio constituyen la única relación social, más tarde, cuando las necesidades se multiplican, crean nuevas relaciones sociales.
La producción de la vida, se manifiesta inmediatamente como una doble relación (una relación natural y una social). Social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos (por cualquier fin y en cualquier modo). Un determinado modo de producción o una fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación que es, a su vez, una “fuerza productiva”; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por lo tanto, la “historia de la humanidad” debe estudiarse siempre en contexto con la historia de la industria y el intercambio.
Por otro lado, la división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual. Esta división produce la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos.
La división del trabajo lleva aparejada, además, la contradicción entre el interés del individuo concreto o de una determinada familia y el interés común de todos los individuos relacionados entre sí, interés común que no existe tan sólo en la idea, como algo “general”, sino que se presenta en la realidad, ante todo, como una relación de mutua dependencia de los individuos entre quienes aparece dividido el trabajo.
La concepción de la historia consiste en exponer el proceso real de producción, partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata. Se trata de no explicar la práctica partiendo de la idea, sino de explicar las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material.


Dah!

Teorico 3 Historia Social General:"Reflexiones sobre la teoria de la historia de Marx"

Producción e historia.
La teoría de la historia de Marx es siempre ridiculizada como una forma arquetípica del reduccionismo económico, por lo que parece casi una grosería señalar que el eje mismo de su proyecto envolvía el rechazo de la materialización de los conceptos de lo económico, lo político, lo sociológico, etc., como niveles distintos de la sociedad. Marx insistió a través de toda su vida en que era la producción, entendida como un proceso social, político e histórico, lo que se encontraba en el centro de la totalidad social. De esta forma, es el proceso de producción el centro de la historia y no así la economía.
Tal vez, la formulación clásica de este enfoque se encuentre en “La Ideología Alemana”: “...los hombres y las mujeres se diferencian de los animales a partir del momento en que comienzan a producir sus medios de vida”. Ellos insistieron en que al producir socialmente, estos “determinados individuos, que, como productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí relaciones sociales y políticas determinadas”.
Es así que, desde el principio, Marx y Engels contrapusieron su interpretación materialista de la historia a los modelos idealistas, en general, y mas específicamente a los que ellos percibían como el idealismo del círculo de los jóvenes hegelianos, en el cual la historia es la trama teológica del auto-desarrollo del mundo espiritual.
Una consecuencia clave de su demanda de que las generalizaciones históricas estén empíricamente fundadas, fue el rechazo tanto a las interpretaciones religiosas de la historia como a los enfoques crudamente materialistas. Marx y Engels argumentaron que fue solo a través de la historia que los hombres y las mujeres se crearon a sí mismos como seres sociales. Si la primera acción histórica es aquella cuyo objetivo es satisfacer ciertas necesidades, los seres humanos reales e históricos, a comparación a los trans-históricos, crearán nuevas necesidades. Al historizar las necesidades humanas de este modo, Marx historiza el concepto mismo de naturaleza humana: ya que si está en nuestra naturaleza aspirar a la satisfacción de nuestras necesidades, y si nuestras necesidades cambian a través de la historia, así cambia también nuestra naturaleza.
En consecuencia, Marx diferencia entre una “naturaleza humana” o una “forma de la especie” que es básica y trans-histórica, y una “naturaleza de la humanidad” o “ser social” que es más maleable.
Para entender la historia, debemos aprender a verla como un proceso de cambio y continuidad: algunas características trans-históricas de la humanidad se realizan en la historia bajo determinadas condiciones específicas. Cualquier historiador que subestima tanto las características comunes como las específicas de cualquier época, necesariamente producirá una historia inadecuada del período.
¿Sobre qué base deben buscarse y evaluarse los hechos? La respuesta general de Marx al problema del método histórico descansa en su antropología: si los hombres y las mujeres se diferencian de la naturaleza a través de la producción social, entonces las preguntas fundamentales sobre cualquier período histórico deben incluir aquellas referidas al tipo de producción que distingue a la etapa. En “El capital” decía que “hasta el momento, la historiografía ha prestado muy poca atención al desarrollo de la producción material, o sea, a la base de toda vida social y por tanto de toda vida real”.
Marx sugiere que el proceso de producción cambia a lo largo del tiempo, a pesar del hecho de que todas las épocas de la producción tienen ciertos rasgos comunes, existen cualidades específicas cuyos elementos no son generales y comunes sino que deben ser separados de las determinaciones válidas para la producción como tal, de modo que su diferencia esencial no sea olvidada.
Contra la idea de que es el consumo lo que determina la naturaleza de la producción, Marx sostuvo que mientras que el deseo de satisfacer las necesidades humanas es el comienzo de la historia, dado que el consumo no puede ocurrir sin que primero haya alguna forma de producción, y dado que el acto de producir crea nuevas necesidades tanto al interior del proceso de producción como para el productor, “producción y consumo son momentos de un proceso, en el que la producción es el verdadero punto de partida y por tanto también el momento predominante”.
El reduccionismo negaba el estudio de la historia mientras que el pluralismo intentaba descender hasta simples descripciones empiristas de eventos que tenían poco valor analítico. Las abstracciones de por sí, separadas de la vida real, carecen de todo valor. Solo pueden servir para facilitar la ordenación del material histórico, para indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos. Pero no ofrecen en modo alguno, como la filosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual puedan aderezarse las épocas históricas.
Si dicen que el elemento económico es el único determinante, convertirá aquella proposición en una frase vacua y sin sentido. La situación económica es la base pero, pero los diversos factores de la superestructura ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y en muchos casos son predominantes en determinar su forma. Hay una interacción de todos estos elementos en el cual, en medio de todo un montón de accidentes, acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico.


Marxismo y evolucionismo.
Engels creyó en la evolución del hombre, pero a diferencia de Darwin ésta ocurre por la evolución del trabajo...
Darwin dice que el hombre evolucionó cuando su cerebro se agrandó y logró tener habilidades que le permitieron, entre otras cosas, caminar sobre sus dos pies, la transformación de sus manos permitieron la utilización de herramientas... para luego utilizar la caza de animales, etc.
Engels argumenta que las manos de nuestros ancestros los monos se liberaron, pudieron ser usadas de modo creciente para manejar herramientas; y una vez que la ventaja evolutiva dejo de residir en el uso de las manos para trepar, y en su lugar, se dirigió a favorecer a las manos que podían construir herramientas, entonces fue solo cuestión de tiempo para que las manos de los simios evolucionaran de un modo semejante a las de los humanos modernos.
Esta adaptación tuvo profundas consecuencias biológicas y culturales para la evolución ulterior de los humanos. Engels señala que el hombre social tuvo que haber evolucionado desde antepasados gregarios porque “...el desarrollo del trabajo tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. Los hombres llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros”. El trabajo, por lo tanto, reforzó las tendencias hacia la evolución del comportamiento social, lo que incluye el desarrollo del lenguaje. Por último, el trabajo y el lenguaje constituyeron en conjunto los dos estímulos más importantes de la rápida expansión cerebral. Una inteligencia acrecentada y el saber tecnológico condujeron luego al desarrollo de una dieta más variada. La ampliación de una dieta apuntaló aún más la expansión del cerebro, los cuales facilitaron la conquista del fuego y la domesticación del ganado.
Engels sostenía que la incapacidad de Darwin para entender este proceso se debía a la influencia ideológica sobre su pensamiento que tendía a menospreciar la importancia del trabajo para la historia social general.
Engels afirmó que la explotación del hombre por el hombre, y la existencia de clases sociales devino una posibilidad, sólo en el punto de la historia en el que la productividad del trabajo excede a la necesaria para la propia subsistencia.
Engels sostenía que la antigua división igualitaria del trabajo dentro de la familia, entre cazadores y recolectoras, se transformó en una relación de poder a medida que el movimiento hacia el pastoralismo mejoró dramáticamente la posición del varón sin modificar la división del trabajo familiar. Ya que a medida que la riqueza aportada al hogar por la mujer con el trabajo doméstico disminuye en relación a la que aporta el hombre con el ganado, también se deteriora en términos relativos la posición de la mujer con respecto con el hombre. Además, con el surgimiento de la productividad del trabajo y la existencia de un producto excedente, la guerra se vuelve endémica con los robos de ganado y de hombres para ser usados como esclavos. Las guerras por el control de excedente generaron guerreros, y una nueva división entre hombres y mujeres. Esta división tuvo un carácter doble: por un lado algunos hombres se convirtieron en botines de guerra, creando una clase de trabajo no libre, mientras que una segunda división apareció dentro del grupo victorioso entre hombres más y menos poderosos.



Dah!