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domingo, 30 de agosto de 2009

Teorico 3 Historia Social General:"Reflexiones sobre la teoria de la historia de Marx"

Producción e historia.
La teoría de la historia de Marx es siempre ridiculizada como una forma arquetípica del reduccionismo económico, por lo que parece casi una grosería señalar que el eje mismo de su proyecto envolvía el rechazo de la materialización de los conceptos de lo económico, lo político, lo sociológico, etc., como niveles distintos de la sociedad. Marx insistió a través de toda su vida en que era la producción, entendida como un proceso social, político e histórico, lo que se encontraba en el centro de la totalidad social. De esta forma, es el proceso de producción el centro de la historia y no así la economía.
Tal vez, la formulación clásica de este enfoque se encuentre en “La Ideología Alemana”: “...los hombres y las mujeres se diferencian de los animales a partir del momento en que comienzan a producir sus medios de vida”. Ellos insistieron en que al producir socialmente, estos “determinados individuos, que, como productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí relaciones sociales y políticas determinadas”.
Es así que, desde el principio, Marx y Engels contrapusieron su interpretación materialista de la historia a los modelos idealistas, en general, y mas específicamente a los que ellos percibían como el idealismo del círculo de los jóvenes hegelianos, en el cual la historia es la trama teológica del auto-desarrollo del mundo espiritual.
Una consecuencia clave de su demanda de que las generalizaciones históricas estén empíricamente fundadas, fue el rechazo tanto a las interpretaciones religiosas de la historia como a los enfoques crudamente materialistas. Marx y Engels argumentaron que fue solo a través de la historia que los hombres y las mujeres se crearon a sí mismos como seres sociales. Si la primera acción histórica es aquella cuyo objetivo es satisfacer ciertas necesidades, los seres humanos reales e históricos, a comparación a los trans-históricos, crearán nuevas necesidades. Al historizar las necesidades humanas de este modo, Marx historiza el concepto mismo de naturaleza humana: ya que si está en nuestra naturaleza aspirar a la satisfacción de nuestras necesidades, y si nuestras necesidades cambian a través de la historia, así cambia también nuestra naturaleza.
En consecuencia, Marx diferencia entre una “naturaleza humana” o una “forma de la especie” que es básica y trans-histórica, y una “naturaleza de la humanidad” o “ser social” que es más maleable.
Para entender la historia, debemos aprender a verla como un proceso de cambio y continuidad: algunas características trans-históricas de la humanidad se realizan en la historia bajo determinadas condiciones específicas. Cualquier historiador que subestima tanto las características comunes como las específicas de cualquier época, necesariamente producirá una historia inadecuada del período.
¿Sobre qué base deben buscarse y evaluarse los hechos? La respuesta general de Marx al problema del método histórico descansa en su antropología: si los hombres y las mujeres se diferencian de la naturaleza a través de la producción social, entonces las preguntas fundamentales sobre cualquier período histórico deben incluir aquellas referidas al tipo de producción que distingue a la etapa. En “El capital” decía que “hasta el momento, la historiografía ha prestado muy poca atención al desarrollo de la producción material, o sea, a la base de toda vida social y por tanto de toda vida real”.
Marx sugiere que el proceso de producción cambia a lo largo del tiempo, a pesar del hecho de que todas las épocas de la producción tienen ciertos rasgos comunes, existen cualidades específicas cuyos elementos no son generales y comunes sino que deben ser separados de las determinaciones válidas para la producción como tal, de modo que su diferencia esencial no sea olvidada.
Contra la idea de que es el consumo lo que determina la naturaleza de la producción, Marx sostuvo que mientras que el deseo de satisfacer las necesidades humanas es el comienzo de la historia, dado que el consumo no puede ocurrir sin que primero haya alguna forma de producción, y dado que el acto de producir crea nuevas necesidades tanto al interior del proceso de producción como para el productor, “producción y consumo son momentos de un proceso, en el que la producción es el verdadero punto de partida y por tanto también el momento predominante”.
El reduccionismo negaba el estudio de la historia mientras que el pluralismo intentaba descender hasta simples descripciones empiristas de eventos que tenían poco valor analítico. Las abstracciones de por sí, separadas de la vida real, carecen de todo valor. Solo pueden servir para facilitar la ordenación del material histórico, para indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos. Pero no ofrecen en modo alguno, como la filosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual puedan aderezarse las épocas históricas.
Si dicen que el elemento económico es el único determinante, convertirá aquella proposición en una frase vacua y sin sentido. La situación económica es la base pero, pero los diversos factores de la superestructura ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y en muchos casos son predominantes en determinar su forma. Hay una interacción de todos estos elementos en el cual, en medio de todo un montón de accidentes, acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico.


Marxismo y evolucionismo.
Engels creyó en la evolución del hombre, pero a diferencia de Darwin ésta ocurre por la evolución del trabajo...
Darwin dice que el hombre evolucionó cuando su cerebro se agrandó y logró tener habilidades que le permitieron, entre otras cosas, caminar sobre sus dos pies, la transformación de sus manos permitieron la utilización de herramientas... para luego utilizar la caza de animales, etc.
Engels argumenta que las manos de nuestros ancestros los monos se liberaron, pudieron ser usadas de modo creciente para manejar herramientas; y una vez que la ventaja evolutiva dejo de residir en el uso de las manos para trepar, y en su lugar, se dirigió a favorecer a las manos que podían construir herramientas, entonces fue solo cuestión de tiempo para que las manos de los simios evolucionaran de un modo semejante a las de los humanos modernos.
Esta adaptación tuvo profundas consecuencias biológicas y culturales para la evolución ulterior de los humanos. Engels señala que el hombre social tuvo que haber evolucionado desde antepasados gregarios porque “...el desarrollo del trabajo tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. Los hombres llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros”. El trabajo, por lo tanto, reforzó las tendencias hacia la evolución del comportamiento social, lo que incluye el desarrollo del lenguaje. Por último, el trabajo y el lenguaje constituyeron en conjunto los dos estímulos más importantes de la rápida expansión cerebral. Una inteligencia acrecentada y el saber tecnológico condujeron luego al desarrollo de una dieta más variada. La ampliación de una dieta apuntaló aún más la expansión del cerebro, los cuales facilitaron la conquista del fuego y la domesticación del ganado.
Engels sostenía que la incapacidad de Darwin para entender este proceso se debía a la influencia ideológica sobre su pensamiento que tendía a menospreciar la importancia del trabajo para la historia social general.
Engels afirmó que la explotación del hombre por el hombre, y la existencia de clases sociales devino una posibilidad, sólo en el punto de la historia en el que la productividad del trabajo excede a la necesaria para la propia subsistencia.
Engels sostenía que la antigua división igualitaria del trabajo dentro de la familia, entre cazadores y recolectoras, se transformó en una relación de poder a medida que el movimiento hacia el pastoralismo mejoró dramáticamente la posición del varón sin modificar la división del trabajo familiar. Ya que a medida que la riqueza aportada al hogar por la mujer con el trabajo doméstico disminuye en relación a la que aporta el hombre con el ganado, también se deteriora en términos relativos la posición de la mujer con respecto con el hombre. Además, con el surgimiento de la productividad del trabajo y la existencia de un producto excedente, la guerra se vuelve endémica con los robos de ganado y de hombres para ser usados como esclavos. Las guerras por el control de excedente generaron guerreros, y una nueva división entre hombres y mujeres. Esta división tuvo un carácter doble: por un lado algunos hombres se convirtieron en botines de guerra, creando una clase de trabajo no libre, mientras que una segunda división apareció dentro del grupo victorioso entre hombres más y menos poderosos.



Dah!

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