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domingo, 30 de agosto de 2009

Teorico 5, Historia Social General:"Mas alla del capital"

¿Por qué Marx? Una historia de El Capital.
En su núcleo, el marxismo rechaza toda sociedad basada en la explotación y que impida el desarrollo total del potencial humano. Que las dediciones sociales sean dictadas por la ganancia privada en lugar de las necesidades humanas es uno de los motivos por los que los marxistas se oponen al capitalismo. Que los recursos sean subutilizados y las personas desempleadas cuando podrían ser usados para producir lo que necesita la humanidad; que nuestro ambiente natural, condición básica de nuestra existencia, pueda ser destruido racionalmente buscando sólo satisfacer el interés privado; que podamos hablar de justicia cuando la propiedad de los medios de producción permite a una pequeña parte de la sociedad obligar al resto a trabajar bajo condiciones inhumanas; en fin, todas estas características “racionales” del capitalismo son para los marxistas algo inherente a la misma naturaleza del capital y son parte de las razones para luchar por ir más allá del capital.

Relaciones de producción capitalistas.
El capitalismo es una economía de mercado pero sus condiciones históricas no sólo son la existencia de mercancías y dinero sino también que el trabajador libre esté disponible “en el mercado como vendedor de su fuerza de trabajo” y “deba ofrecer como mercancía su fuerza de trabajo misma”. Por lo tanto “la relación capitalista es una relación que domina la producción y en que, por lo tanto, el obrero aparece en el mercado como vendedor y el capitalista como comprador”.
Para que aparezcan estas relaciones es necesario:
• Que el obrero esté libre: que tiene derecho de propiedad sobre su propia fuerza de trabajo, en un “propietario libre”.
• Que los medios de producción hayan sido separados de los productores, y de este modo el trabajador es libre de todos los medios de producción que podrían permitirle producir y vender otra cosa que no sea su fuerza de trabajo.
• Que a los capitalistas no les de lo mismo dar en alquiler medios de producción que comprar fuerza de trabajo, es decir, que el capital haya tomado posesión de la producción.
Los capitalistas tienen por objeto entrar en la esfera de la circulación con cierto valor del capital en forma de dinero para comprar mercancías y luego vender mercancías por más dinero. Se trata de obtener un valor adicional: un plusvalor.
La acción del capital no puede tener otro fin que el enriquecimiento, es decir, el aumento y la incrementación de sí mismo. Por propia naturaleza, el capital siempre está buscando y luchando por expandirse.
La esencia de esta historia es que el capital por su misma naturaleza tiene un impulso a crecer que constantemente crece contra las barreras, tanto las externas como las que le son inherentes, y que el capital empuja constantemente más allá de esas barreras, proponiéndose crecer otra vez.
Consideremos las relaciones capitalistas, donde el trabajador vende su capacidad de trabajar al capitalista. Dado que carece de los medios de producción para asociarlos con su fuerza de trabajo, ésta no tiene un valor de uso para él. Por eso, la ofrece como una mercancía para adquirir el equivalente social del trabajo que hay en su interior (su valor en la forma de dinero). Así el trabajador recibe dinero y el capitalista pasa a usar su fuerza de trabajo.
Pero en la compra y venta de fuerza de trabajo hay algo más. A diferencia de otras mercancías, la capacidad de trabajar no es separable de su vendedor: después de todo, la fuerza de trabajo sólo existe en el cuerpo vivo del trabajador. Así, en lugar de una mercancía separable, lo que en realidad ha vendido el trabajador es un derecho especial de propiedad: el derecho a disponer de su capacidad para trabajar durante un tiempo específico.
Hay otra diferencia respecto de esta transacción particular: el comprador. La razón por la que el capitalista compra fuerza de trabajo no es simplemente consumirla. Lo que quiere el capital es valor agregado, el plusvalor. “El único valor de uso, que puede ser realmente útil para el capital es que puede aumentarlo, multiplicarlo y, por lo tanto, mantenerlo como capital”.

La esfera de la producción capitalista.
Luego de que el capitalista compra su fuerza de trabajo, el obrero trabaja bajo el control del capitalista a quien pertenece el trabajo de aquél. El objetivo del capitalista determina la naturaleza y el propósito de la producción. El capitalista tiene este poder sobre los trabajadores porque ese es el derecho de propiedad que compró: el derecho a disponer de su capacidad de trabajar.
En segundo lugar, el producto es propiedad del capitalista, no del productor directo, del obrero. O sea que los obreros no tienen derechos de propiedad sobre el producto resultante de su actividad. Le han vendido al capitalista lo único que les daría un derecho, su capacidad de trabajar. El capitalista es el legítimo propietario: puede exigir la creación de plustrabajo y también cosechar su recompensa.
¿Cómo logra el capitalista la realización del plustrabajo? La historia, por supuesto, comienza con esa transacción en la esfera de la circulación, donde el trabajador no tiene otra alternativa que vender su fuerza de trabajo y el capitalista sólo compra esa fuerza si esta puede ser una fuente de plusvalor. Sin embargo, este acto sólo sucede en la esfera de la producción capitalista, donde el trabajador trabaja bajo el control del capitalista. Usando se poder para extender o intensificar la jornada de trabajo e incrementando el nivel de productividad, la tasa de explotación y la tasa de plusvalor.
La producción capitalista comienza cuando el capital subsume formalmente a los trabajadores comprándoles su fuerza de trabajo. En el seno de esta “relación coactiva” el capitalista ahora da órdenes al trabajador.
Al plusvalor resultante de un aumento de la jornada de trabajo se designa como plusvalor absoluto, porque su mismo incremento, su tasa de crecimiento y todo su incremento es al mismo tiempo un incremento absoluto de valor creado, “de valor producido”.
Dado el impulso a crecer del capital, se entiende que el capital tratará de extender la jornada de trabajo sin límites, su impulso es a “absorber la mayor cantidad posible de plus trabajo”.
Pero contra la tendencia del capital a crecer de este modo hay barreras obvias. El día sólo tiene 24 horas y no puede ser extendido más allá de eso. Además, dentro de esas 24 horas el trabajador necesita tiempo para descansar y revivir. Pero la sociedad forzó al capital a encontrar otro camino para crecer a raíz de la resistencia de los trabajadores a la extensión de la jornada de trabajo, el largo período de lucha de clases en el que los trabajadores trataron de mantener una jornada normal.
Esto obliga al capital crecer de otro modo: reduciendo el trabajo necesario a través de incrementos en la productividad del trabajo. Al acrecentamiento del plusvalor sobre esta base, en la que el tiempo de trabajo necesario de la jornada laboral es “reducido produciendo el equivalente de los salarios en un tiempo más corto”: plusvalor relativo.
Inicialmente, el capital alteró el modo de producción introduciendo la manufactura (el desarrollo de nuevas divisiones del trabajo). Como resultado de las nuevas formas de cooperación y especialización individual dentro del organismo que se convirtió en el taller capitalista, la productividad del trabajo avanzó mucho. De todas formas, la producción siguió dependiendo de obreros calificados, cuyo período de aprendizaje era prolongado. Más tarde, con la introducción de maquinaria cayeron “las barreras que ese mismo principio oponía aún a la dominación del capital”.
Fue un cambio adecuado para el capital en tanto se rebasaban las barreras al desarrollo de la productividad y a la generación de plusvalor en el interior de la producción. La producción es transformada en un proceso de “aplicación tecnológica de la ciencia”. Además de incrementar la productividad, la máquina permite la intensificación de la jornada de trabajo.

La esfera de circulación capitalista.

Una vez el plusvalor está producido, sólo queda integrarlo a la esfera de circulación: debe venderse la mercancía. La circulación del capital puede resumirse así:



Partiendo de su forma dinero (D), el capital ha comprado fuerza de trabajo (T) y la pone a trabajar junto a los medios de producción, generando en ese proceso de producción (P) mercancías con plusvalor (T’), pero si se quiere realizar ese plusvalor potencial, esas mercancías deben pegar el salto mortal de T’ a D’. Este ciclo se repite al infinito.
Mientras que primero parecía que los únicos obstáculos al crecimiento del capital residían en la esfera de producción, ahora resulta que el capital por su misma naturaleza, enfrenta barreras adicionales a su crecimiento; esta vez en la esfera de la circulación.
El concepto de este capital, expansivo y creciente, requiere en forma inmanente la “creación de nuevo consumo”, de tres maneras:
• Ampliación cuantitativa del consumo existente.
• Creación de nuevas necesidades, mediante la extensión de las necesidades ya existentes en un círculo más amplio.
• Creación de nuevas necesidades, descubrimientos y producción de nuevos valores de uso.
El problema del capital en la esfera de circulación no es sólo expandirla sino que tiende a expandir la producción del plusvalor más allá de su capacidad de realizar ese plusvalor. El resultado es la tendencia hacia la “superproducción, contradicción fundamental del capital una vez desarrollado”.
La superproducción surge precisamente porque el consumo de los trabajadores “no crece en la misma medida que la productividad del trabajo”. Su resultado son las crisis periódicas.
De este modo el capital produce su propio límite específico. No está interesado en la producción, salvo que sea una producción rentable, de plusvalor que pueda ser realizado. Si tiene demasiado éxito en aumentar el plustrabajo, entonces sufre de plus producción, y entonces se interrumpe el trabajo necesario, pues el plustrabajo no puede ser realizado por el capital”.

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